EL INSOMNIO DE LOS PECES - AUTOR: JAVIER PARRA - EDICIONES MATRACA - SEVILLA - 2018 - CAPITULO II - BERLIN

EL INSOMNIO DE LOS PECES - AUTOR: JAVIER PARRA

CAPITULO II 

BERLIN









Berlín – París – Madrid: ida y vuelta

Durante mi estancia en Berlín me alojé en un piso del popular barrio de Schöneberg que Nerea compartía con tres sudamericanos y una francesa. Dos de los primeros eran peruanos que habían llegado a Alemania como turistas y que una vez caducado el visado se habían quedado de forma ilegal en el país. Los dos trabajaban en cualquier cosa que les permitiera ir tirando e intentaban sacar pasta trapicheando con pequeñas cantidades de hachís y tripis. El tercero era Sergio, un argentino licenciado en medicina que estaba allí realizando la especialidad de ginecología a la vez que aprendía el idioma; sus padres ambos médicos, ejercían en la ciudad de Buenos Aires y se encargaban de sufragar sus gastos enviándole periódicamente una más que generosa ayuda económica. La francesa, por su parte, era una estudiante que estaba allí gracias a la ayuda de una beca del programa Erasmus para realizar un master en imagen ya que pensaba dedicarse a la fotografía de moda. Nerea, mi anfitriona, era hija única y estaba viviendo en Berlín desde la época en la que se divorciaron sus padres seis años atrás, cuando ella apenas había cumplido diecisiete años. Su padre era un prestigioso periodista del país vasco que había emigrado a París descontento por el ambiente político que imperaba en San Sebastián, ciudad en la que había desarrollado prácticamente toda su carrera periodística hasta ese momento. En París conoció a la que en poco tiempo se convertiría en su mujer y en la madre de Nerea: Jacqueline, una reputada abogada criminalista que trabajaba en uno de los mejores bufetes de la ciudad de la luz. A trancas y barrancas lograron sacar adelante un matrimonio que desde el primer año dejó de funcionar al estar ambos más interesados por sus respectivas carreras profesionales que por el matrimonio en sí. Quizás por ello no era nada raro que Nerea contara que desde que tenía uso de razón solo recordaba haber estado en manos de las niñeras que cuidaban de ella, siendo realmente éstas las que habían ejercido el papel de madre con ella ya que su madre solía pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa, en su despacho. Algo parecido le había sucedido con la figura paterna, incluso más aún, ya que los diez primeros años de su vida su padre se los había pasado viajando de París a Bruselas, ciudad esta última en la que estaba destinado como corresponsal del periódico para el que trabajaba. Actualmente vivía con su nueva pareja en la ciudad de Marsella donde dirigía un prestigioso diario.

Probablemente, la decisión de no ir a vivir con ninguno de los dos tras el divorcio se debió a esa falta de atención y afecto, optando por trasladarse a Berlín con el pretexto de aprender alemán. En cualquier caso, no tuvo que insistirles demasiado ni convencerles con absurdos pretextos puesto que para ellos fue una liberación. El papel de padres no sólo les venía inmensamente grande sino que además tener que dedicar su tiempo a cuidar de una adolescente que apenas conocían representaba un gran obstáculo para el desarrollo meteórico de sus respectivas carreras profesionales. La decisión de Nerea fue acogida con inmensa alegría ya que a la vez que se deshacían de una carga, lavaban sus conciencias al no haber partido la idea de ellos, y para evitar cualquier tipo de culpabilidad acordaron enviarle una asignación mensual bastante generosa.  Igualmente se impusieron como norma reunirse con ella al menos dos veces al año, a ser posible en navidad y en el periodo vacacional de verano. En alguna que otra ocasión uno u otro aparecía sorpresivamente en Berlín para pasar uno o dos días con ella, consistiendo estas visitas básicamente en un paseo de compras, la vía más fácil cuando no se tiene nada que hablar con una persona que apenas se conoce. A veces, aunque en raras ocasiones, era Nerea quien les visitaba en sus respectivos lugares de residencia para ver que tal les iba. Tampoco en estas visitas la cosa funcionaba mejor, terminando siempre con el socorrido recurso de las compras. Quizás por esta falta de convivencia familiar Nerea mostraba ciertos desajustes en su personalidad, como el singular impulso incontenible de robar ropa, comida o cualquier otra cosa que se le antojara a pesar de disponer no sólo de una extraordinaria asignación mensual sino de varias tarjetas de crédito, que le permitían acceder a una considerable suma de dinero. También achacable a la carencia de afecto con la que había crecido era su necesidad de follarse a cualquier tío que se cruzaba en su camino, lo que la ponía en una situación de alto riesgo al poder contagiarse de cualquier enfermedad de transmisión sexual, o al vivir situaciones  tan dramáticas como la que me contó que le había sucedido hacía un par de años atrás, cuando después de follar con un marinero soviético éste le propinó una brutal paliza tras la cual le desgarró el ano al introducirle la polla sin ningún tipo de lubrificación. De hecho, estuvo después del incidente más de tres o cuatro meses en los que cada vez que acudía al baño para evacuar veía las estrellas.

Al margen de estas anomalías de su comportamiento, Nerea era una de las personas más generosas y hospitalarias que he conocido. Para ella la amistad estaba por encima de cualquier otro valor, así que no me resultó nada extraño que me hubiese reservado una habitación para mí solo, para que pudiese estar en absoluta intimidad si así me apetecía, aparte de haber comprado mogollón de cosas que sabía que me gustaban para desayunar tales como cereales, quesos, embutidos y panes, además de un buen suministro de botellas de Jack Daniel, café e incluso varios cartones de tabaco. Mientras me ayudaba a colocar la poca ropa que traía en la mochila, le conté las cosas que me habían sucedido y los motivos por los que había decidido llamarla para preguntarle si podía pasar unos días en su piso de Berlín. Tras relatarle detenidamente el trágico desenlace que había tenido mi historia con Ana, decidió que una buena forma de empezar a tramitar el duelo era que nos marcháramos a comer a un buen restaurante y posteriormente de compras.

-Te voy a regalar varias cosas y ya verás cómo poco a poco te sube el estado de ánimo - me comentó Nerea entre risas.

Durante la comida estuvimos cambiando impresiones sobre la situación política de nuestros respectivos países de residencia, sobre películas que habíamos visto en los últimos tiempos, así como de algunos autores de narrativa que nos apasionaban a ambos y de los que había salido alguna que otra novedad como era el caso de Denis Johnson quien con su novela “Los ángeles derrotados” nos tenía verdaderamente entusiasmados. Su fuerza narrativa para describir con tanta crudeza a unos personajes tan patéticos como a su  vez tan  maltratados por una sociedad que no acepta a aquéllos que no quieren o no pueden estar dentro del sistema era, - y aún hoy sigue siéndolo - demoledora. Después de comer y antes de iniciar el recorrido por diferentes tiendas decidimos tomarnos un par de güisquis en uno de los muchos lugares que estaban poniéndose de moda por esa época en el nuevo y resurgido Berlín de la reunificación. Nerea me contó mientras saboreábamos nuestros respectivos güisquis, que su madre estaba a punto de casarse nuevamente. Al parecer había encontrado al amor de su vida en un viejo compañero de trabajo del que nunca sospechó que pudiera enamorarse. Sin embargo, un día que habían tenido que quedarse ambos a trabajar en un caso hasta tarde, surgió inesperadamente algo entre ellos y a partir de entonces no dejaron de tontear hasta que finalmente llegaron a la conclusión de que estaban realmente enamorados el uno del otro. Lo más importante según Nerea, era que por primera vez veía realmente feliz a su madre. En contrapartida, su padre estaba a punto de separarse nuevamente; su última pareja no acababa de acoplarse a su forma de vida y habían decidido dejarlo, así que mientras una volvía a rehacer su vida el otro volvía a estar nuevamente solo.

Pagamos y nos fuimos a realizar las compras acordadas. Primero me regaló un precioso anorak de color blanco con el que me encapriché nada más verlo en el escaparate. Era una de esas prendas que aparte de preservarte extraordinariamente del frío y de la lluvia tienen multitud de bolsillos que tanta utilidad  ofrece a la gente que nos dedicamos a la prensa gráfica. Aprovechando que era una tienda con franquicias de Armani y Calvin Klein me compró una buena provisión de gayumbos, argumentándome que era la mejor fórmula para no tener que preocuparme excesivamente por utilizar la lavadora. Finalmente me regaló unas buenas botas para la climatología de Berlín, forradas de borreguillo por dentro, así como un par de jerséis de lana gruesa. El último recorrido terapéutico de compras lo hicimos para adquirir unos cuantos discos porque, según me dijo ella, últimamente sólo escuchaba a Bob Marley o música tecno, y como sabía que yo estaba en otra onda era necesario proveernos de material a mi gusto. Nos metimos en una tienda y ella misma se encargó de realizar una selección en la que entre otros estaban los Rolling Stones, la Velvet Underground, los Doors, Leonard Cohen, Lou Reed, Patti Smith y Brian Eno, este último uno de mis músicos favoritos al que tantas veces había escuchado en compañía de Alma y Nerea, mientras nos fumábamos un relajante pitillo de marihuana. De camino al piso, hicimos una última parada en una tienda de productos fotográficos donde adquirí algunas películas y otras cosas que necesitaba para mis cámaras.

Aquella noche optamos por cenar en casa y así, si nos apetecía, podíamos echar un buen polvete en un lugar cálido y acogedor. Entre los dos preparamos una suculenta cena a base de ahumados, patés, quesos y una buena ensalada al más puro estilo alemán, acompañado todo ello de abundantes birras. Durante la cena Nerea me pidió que le diese mi punto de vista sobre las causas por las que Ana se metió en el mundo de la heroína. El motivo de su interés era que Alma había mencionado a Ana en varias de las cartas que le había escrito, y por eso había decidido acudir a Madrid para pasar unos días con Alma y conmigo para poder de esta forma conocer a Ana, cosa que había impedido el trágico final de ésta. Le dije que en mi opinión, Ana al igual que Alma buscaba consciente o inconscientemente su autodestrucción, lo cual finalmente había conseguido. Ante mi respuesta Nerea se puso algo nerviosa. No estaba en absoluto de acuerdo con lo que yo le había dicho, así me lo transmitió en un tono agresivo y vehemente. Según ella era todo un complot de la sociedad en contra de los jóvenes, ya que ella no creía que ni Alma ni Ana deseasen la muerte. Enseguida me percaté de que no soportaba la idea de que personas tan jóvenes se hubieran cansado de vivir, así que cambié el tema de la conversación para no hundir más el dedo en la llaga. Le hice ver que estaba muy interesado en probar la farlopa que me había comentado por teléfono, la que le había traído un amigo directamente de Colombia. Por suerte, como ya estábamos algo cargados de alcohol, no percibió el cambio de rumbo de la conversación y se levantó de inmediato para traer la coca y preparar unas rayas. Evidentemente era coca de la buena, nada más esnifarla me di cuenta de que tenía una pureza prácticamente del cien por cien porque rápidamente me dejó adormecida la mandíbula a la vez que noté como una especie de coz en la cabeza y un subidón de la hostia. El caso es, que de inmediato, sentí la necesidad de empezar a desnudarla y ponerme a disfrutar de su cuerpo. Al desnudarla vi que estaba mucho más delgada que la última vez que habíamos estado juntos. Cuando le pregunté sobre ello simplemente me dijo que se debía a un cambio en la dieta, ya que había cambiado las hamburguesas, pizzas y demás comida basura por verdura, pescado y mucha fruta, de hecho la cena que habíamos preparado había sido algo extraordinario, como homenaje a mi llegada y al día siguiente volvería de nuevo a su menú habitual. Desde luego su bellísima figura demostraba que estaba pasando por uno de sus mejores momentos. Quizás lo más hermoso de ella, aparte de sus azulados y felinos ojos era su trasero, respingón y extraordinariamente proporcionado con el resto de su cuerpo. A día de hoy no he encontrado un culo más erótico que el suyo. El pelo lo llevaba bastante más largo de lo habitual, prácticamente le llegaba a los hombros, y se lo había teñido en un intenso negro que ocultaba su auténtico color rubio, dándole un aire exótico y sensual debido al contraste con su blanca piel. Tras una larga y minuciosa inspección visual, comencé a acariciar su cuerpo y a oler cada rincón de su piel. Normalmente utilizaba para el aseo corporal productos Calvin Klein, cuyo aroma me vuelve loco. Poco a poco fui focalizando mis caricias en la zona del pubis. Suavemente le introduje la lengua en el coño y le mordisqueé delicadamente el clítoris. En pocos minutos se corrió abundantemente en mi boca mientras su cuerpo se arqueaba y convulsionaba rítmicamente durante el prolongado orgasmo que tuvo. Cuando me disponía a cambiar de postura observé que aún seguía excitada, así que volví a lamer su coñito incluyendo esta vez a su zonal anal, consiguiendo que tuviera un orgasmo de la hostia. Fue tan abundante y copioso que le chorreaba el líquido por las piernas. Hicimos un ligero descanso para fumarnos un canuto, tomar unos tragos y meternos un par de rayas de la excelente coca colombiana que tan buena estaba resultando. En esta segunda ocasión fue Nerea la que tomó la iniciativa acariciando durante un prolongado rato todo mi cuerpo eludiendo expresamente las zonas calientes, es decir sin ni siguiera rozar mi polla ni mis testículos. Cuando hubo conseguido excitarme a lo bestia, empezó a lamerme el glande suavemente, además de los testículos y el ojete. Cuando vio que me corría se introdujo mi polla en su boca tragándose hasta la última gota de mi semen. De nuevo hicimos un alto para volver a echarnos unos tragos y fumarnos un par de canutos, y de nuevo pasamos a la acción ya que estábamos tan excitados como al principio. Esta vez nos fuimos directamente al juego de meterla y  sacarla sino a disfrutar de  introducir mi polla en su coñito y darle caña durante un buen rato, tiempo en el que Nerea se corrió un par de veces mientras que yo me reservé para disfrutar de su hermoso culito, cosa que hice untándome en la picha crema de cacahuete para poder penetrarla sin causarle el más mínimo dolor. Después de una buena follada a su culo conseguí correrme a la vez que ella, consiguiendo ambos unificar por unos breves instantes nuestros respectivos espasmos eyaculatorios, fue una gozada de jodienda. Nos quedamos tan relajados que ni siquiera pude marcharme a mi dormitorio, así que me quedé profundamente dormido al lado de Nerea.

Posiblemente el excelente recibimiento que me había dispensado Nerea, aparte del cambio de país, hizo que me despertara con un optimismo y unas ganas de vivir que hacía tiempo que no sentía. Fui a mear y después preparé un suculento desayuno mientras escuchaba en el equipo de música a Lou Reed cantando Pale Blue Eyes, Sweet Jane, Walk On The Wild Side y por supuesto la más apropiada para el lugar: Berlín, una hermosa y a la vez triste canción. En poco tiempo había preparado unas hermosas tostadas de pan negro con emmental fundido, un par de huevos fritos, varias salchichas blancas y un litro de zumo natural de naranjas que debo confesar me costó bastante conseguir al tener que luchar con los mandos del encendido de un puto robot ergonómico que precisamente de ergonómico tenía muy poco. A diferencia del puto robot con la cafetera no tuve el más mínimo problema y en pocos minutos tuve listo un excelente café a mi gusto, es decir, ni muy cargado ni tan flojo como el que preparan los soplapollas de los norteamericanos. Desayuné tranquilamente en la cocina, dejé que transcurriera algo más de tiempo hasta decidirme a despertar a Nerea. Como no tenía ninguna flor a mano, improvisé una con varias hojas de marihuana que encontré en una bolsa en la cocina. Prepare un tazón de café con leche, un pan con queso fundido, un vaso de zumo y unos cereales, los coloqué en una bandeja y la puse sobre  la mesilla de noche del dormitorio de Nerea. Me acerqué a su cama y le susurré al oído que quería que se repusiera para poder echar otro polvete. Lentamente pero esbozando una bonita sonrisa abrió los ojos mientras se desperezaba estirando los brazos y las piernas, después se sentó en la cama y empezó a descojonarse de risa cuando vio en la bandeja del desayuno la flor de maría. ---Esto sólo se le ocurre a un pirado tan cachondo como tú…

Mientras Nerea desayunaba aproveche para cagar, afeitarme y ducharme. Mientras estaba secándome después de la ducha apareció por el baño Catherine, la joven estudiante francesa que compartía el piso con Nerea y los otros tipos. Debió entrar sigilosamente porqué me percate de su presencia ya estaba sentada en el inodoro meando y al parecer sin haberse dado la menor cuenta de que yo estaba secándome en la bañera. Se dio cuenta de mi presencia cuando fijo su vista en mi visible erección mañanera que sobresalía como un dedo acusador entre los pliegues de la toalla, tras unos instantes de titubeo ambos nos sonreímos y la salude disculpándome por la extraña forma en la que nos habíamos conocido. Burlonamente y sin cortarse un pelo me dijo que no siempre se tiene la oportunidad de conocer a un tío primero por la polla antes que por la cara descojonándose mientras me lo decía. Después de esto se desentendió aparentemente de mi presencia y continuo sentada en el inodoro mientras terminaba de mear y yo seguía secándome aunque sin poder dejar de observarla por el rabillo del ojo. Cuando termino de mear cogió un trozo de papel higiénico con el que se limpió el coñito instante este que me permitió observar disimuladamente la abundancia de vello que tenía en él. Se levantó y se dirigió a un armario del que cogió un recambio de papel higiénico para reponer el que se había acabado al usar ella el último trozo. El soporte del papel estaba lo suficientemente bajo para que Catherine no tuviera más remedio que inclinarse un poco para coger el pivote sobre el que se colocaba el rollo, dando lugar esto a que al no llevar bragas pudiera observar “casualmente” su hermoso culito y parte de su velludo coñito. Sin dudarlo mucho y arriesgándome a que pudiera montarme un pollo me acerque sigilosamente por detrás e introduje mi mano por aquella sugerente y atrayente selva peluda, comprobando que no sólo no oponía ninguna resistencia sino que arqueaba las piernas y se inclinaba más como proponiéndome que le enchufara la polla, cosa que no dude en hacer nada más comprobar que tenía el coñito más húmedo que un pantano. La incline un poco más haciendo que apoyara las manos sobre la cisterna y la penetre hasta el fondo mientras le metía la mano por debajo de la camiseta para sobarle los generosos y abundantes pechos que tenía mientras bombeaba dentro de su cálido agujero, nos corrimos casi al unísono entre gemidos de placer sin darnos cuenta que había entrado en el cuarto de baño Nerea. Fue al darme la vuelta para coger la toalla y limpiarme la picha cuando vi a Nerea apoyada en el quicio de la puerta sonriéndome burlonamente mientras sostenía en su mano la taza de café. En un principio pensé que podría montarse algún pollo pero para mi sorpresa las chicas se saludaron como si tal cosa y todo quedo en el comentario irónico que Nerea le soltó a Catherine: --Qué puton eres francesita, no desaprovechas ninguna ocasión de meterte una polla, mira que estas salida siempre joder… Catherine ni se molestó en responderle, simplemente se quitó la camiseta y se metió en la ducha conmigo. Mientras Nerea aprovecho para mear y terminar de tomarse su café.

Durante el tiempo que permanecí en Berlín tuve la oportunidad de volver a follar con Catherine en diferentes ocasiones ya que ella estaba siempre dispuesta a meterse una picha en su jugoso coñito. De hecho era una de esas tías que nunca decía que no, incluso hasta con los dolores típicos de la menstruación se negaba a rechazar la propuesta de un polvete.

Dos o tres días después de mí llegada a Berlín empecé a sentirme presa de una gran depresión. Pase varios días en los que no me apetecía ni siquiera salir de mi habitación, de hecho sólo salía para ir al baño o coger algún yogur o zumos. El triste y dramático final de Ana volvía una y otra vez a mi mente, culpabilizándome de alguna manera por no haber hecho nada por tratar de ayudarla. El caso es que estaba pasando una crisis tan profunda que todo me daba absolutamente igual, no encontraba nada que pudiera ilusionarme ni tampoco algo que pudiera explicarme lo absurdo que resultaba encontrarle una explicación al sentido de la vida. Todo me parecía carente de contenido, estaba hasta los cojones del alcohol, las drogas e incluso el sexo empezaba a aburrirme, nada parecía tener sentido salvo el análisis de ser consciente de estar llevando una vida vacía sin proyectos, objetivos o cualquier otra cosa que diera sentido a mi existencia. Había estado compartiendo mi vida con parejas a las que solo me había unido la rutina y la desidia, engañándome a mí mismo las más de las veces pensando que realmente teníamos un proyecto común o al menos una base afectiva cuando en realidad lo único que había era o unos hijos de por medio o un enganche patológico. En otros casos ni siquiera esto, simplemente lo que había era sexo, alcohol, drogas y una necesidad de llenar los vacíos afectivos con alguien, con quién era lo de menos. Las relaciones de amistad tampoco me ilusionaban mucho que digamos, salvo raras excepciones la mayoría de las veces descubres que la gente que crees que son tus amigos solo están a tu lado mientras les estas proporcionando alguna cosa, en el momento en el que eres tú el que demandas algo desaparecen de tu vida como por arte de magia. ¿Creen que estoy equivocado? Prueben a ver el tiempo que tarda en dejar de sonar el teléfono el día que le comuniquen a sus “amigos” o “amigas” que han decidido dejar el alcohol, las drogas o simplemente dejar de salir a los restaurantes de moda, los cines o las discos para buscar algo más que hacer el gilipollas noche tras noche. ¿Estoy acaso equivocado queridísima Marisol, Nuria, Begoña, Conchita…José, Pedro, José Luis, Amando y tantos otros entrañables amigos y amigas que decíais a todo aquel que quisiera escucharos lo mucho que me apreciabais y queríais, ya y una mierda. Por mi parte os pueden dar por culo a todos, a estas alturas del curso al que realmente le importa una mierda lo que os pueda ocurrir a vosotros, es a mí. No se engañe querido y amadísimo lector, que no pretendo en lo más mínimo moralizar nada ni a nadie. Tampoco pretendo justificar nada de lo que he hecho, todo lo que he vivido bueno o malo es parte de mi vida y por lo tanto estoy plenamente orgulloso de ello. Los errores que he podido cometer son una parte tan mía como la de los aciertos que haya podido tener y nadie tiene la facultad ni el derecho de juzgar si lo que hace otro semejante está bien o mal, así que cada cual aguante su vela y que disfrute con lo bueno y que se regodee con lo que hace mal, si eso es lo que le proporciona placer. El caso es que mi voluntario retiro en Berlín sirvió al menos para que me diera cuenta de lo gilipollas y soplapollas que era, solo me faltaba una cosa y era poner un poco de orden en mi vida. Tenía que elaborarme un proyecto de vida que incluyera una meta precisa y sobre todo encontrar a alguien que realmente quisiera compartir conmigo algo más que unos hijos, unas patologías o las drogas y el alcohol. La verdad es que no eran unos deberes sencillos los que me puse a mí mismo, tenía una dura y ardua tarea por delante, de hecho tendrían aún que pasar varios años hasta que conseguí encauzar mi vida y encontrar a la persona que siempre estuve inconscientemente buscando.

La primera pista para salir de mi encierro y de mi depresión vino a través de una carta que me envió Alma. Tras varios días en los que sistemáticamente me negaba a salir o a escuchar cualquier propuesta de dialogo para cambiar mi actitud, salvo la que no fuera la de aceptar más alcohol o drogas, un día recibí un paquete que me remitía Alma en el que aparte de enviarme una carta me incluía un disco de los Rolling Stones con una recomendación para que escuchara la canción “You can´t always get what you want” y prestara sobre todo mucha atención al siguiente fragmento: “…no puedes tener siempre lo que quieres / pero si lo intentas a veces / tienes que luchar / y conseguirás lo que necesitas…/ y él solamente me dijo una palabra, que fue: “muerto” no puedes tener siempre lo que quieres / …tienes que luchar / y conseguirás lo que necesitas…

Hola julay:

Espero que cuando recibas mi carta te encuentres algo mejor y que ya estés saliendo de tu encierro. Sé que los cuidados y las atenciones de Nerea terminaran por obrar el milagro. Además me consta que tú eres más duro de lo que quieres hacernos creer ¿o me equivoco Adolfito?

Ayer me confirmaron que por fin aceptaban el presupuesto que presente para la campaña de moda, así que ya sabes, si te apetece puedes contar con el curro. Precisamente hoy me marcho a París para seleccionar los exteriores y ultimar los detalles del alojamiento para el equipo, así como para realizar el casting de las modelos.

Bueno volviendo al asunto ¿qué tal te encuentras? ¿Has logrado desconectar del asunto? Por cierto el otro día estuve cenando con Lula y me dijo que cuando te escribiera que te mandase un par de besos de su parte. También he estado con los miembros del grupo de Ana, ya han encontrado una sustituta (normal, ya sabes que a rey muerto, rey puesto. La vida tiene que continuar y nadie es imprescindible) y según me comentaron lanzaran el disco dentro de unos meses. Me comentaron  que quieren que sea algo así como un homenaje a la memoria de Ana No sé, quiero creer que será verdad y no un acto de hipocresía como es habitual en estos casos. Les daré mi voto de confianza hasta que vea el disco en la calle ¿tú qué opinas?

En lo que se refiere a mi persona, voy tirando que no es poco. El único problema es que cada día que pasa empiezo a sentir que voy estando más lucida y por tanto dándome cuenta de la mierda que es esta puta vida (tu ni puto caso de este comentario, vale). El jueves pasado estuvimos en el juzgado Javier y yo para firmar nuestro divorcio, así que ya vuelvo a ser una “joven” soltera. Por cierto ahora que vuelvo a ser soltera quizás acepte una propuesta que me ha hecho una cadena de televisión australiana para currar como productora. ¿Qué te parece tío, tu aceptarías?, y no vayas a contestarme con la típica respuesta psicoanalítica de que si acepto es porqué quiero huir. Te pido tu opinión en serio, porqué estoy valorando esta opción como salida para salir de la mierda en la que estoy metida. ¿Tú ya comprendes a que me refiero? Bueno pringado no quiero darte más la brasa así que espero que cuando recibas esta carta estés recuperado y vuelvas a ser el de siempre, pues aunque la vida nos dé un palo de vez en cuando aún nos quedan muchas asignaturas pendientes por vivir ¿no crees?.

Un mogollón de besos. Te quiere por siempre,

Alma

P.D. Espero y deseo que te anime el disco de los Stones, pues mucho me temo que tú estarás enganchado a la puta Velvet y no creo que sea la mejor música para elevarte el ánimo ¿o me equivoco? Con el talón que te envió diviértete y sóplate alguna birra a mi salud…. Más besos.

En parte la carta de Alma contribuyo a que reconsiderara las cosas, entre líneas entendí perfectamente su mensaje. Era obvio que me había encerrado en querer encontrar una razón lógica a la muerte de Ana, cuando en realidad no existía ninguna. Tenía que admitir la realidad y ser consecuente con mis propias ideas, y ello implicaba entre otras cosas aceptar y admitir que todo tiene un principio y un final. Por mucho que echara de menos a Ana la  realidad es que tenía que aceptar que esta se había ido de nuestras vidas para siempre, todo lo demás eran pajotes mentales y gilipolleces para no admitir mi inmadurez ante la desaparición de un ser querido. Alma tenía razón en al menos una cosa, tenía que cobrar el talón que tan generosamente me había enviado y salir al exterior para no solo beberme una birra a su salud, sino a quemar de alguna manera Berlín aunque sólo fuera en homenaje a Ana. También me fue muy positivo analizar la letra de la canción que me sugería Alma, la puta canción me pego duro, sobre todo cuando añadí a la frase “…no puedes tener siempre lo que quieres… “si al menos no lo intentas. Así que después de escuchar muchas veces la canción, vomitar otras tantas y llorar hasta quedarme sin lágrimas decidí salir al baño, ducharme, afeitarme y largarme a cobrar el talón. Antes de salir a la calle escribí una nota para Nerea en la que le explicaba que iba a realizar algunas gestiones en la calle y que si le apetecía podíamos quedar para cenar en Zur Letzten Instanz un codillo, yo la estaría allí sobre las siete, si no podía ya lo haríamos otro día.

En el banco al que acudí para hacer efectivo el talón tuve la suerte de que me atendiera una pava que hablaba bastante español, ya que según me conto pasaba largas temporadas de vacaciones en Palma de Mallorca donde sus padres ya jubilados tenían un apartamento. Se enrollo conmigo a charlar soltándome los típicos tópicos sobre España, el sol, los toros, la comida y demás gilipolleces que suelen atribuirnos a los hispanos, el caso es que como la tía no paraba de decirme chorradas decidí cortar por lo sano y le solté a lo bestia que por qué no dejaba de decirme gilipolleses y que mejor quedábamos para comer y después echar un buen polvete. Al principio o no me entendió o se quedó tan sorprendida que empezó a balbucear nerviosamente que no sabía que quería decirle yo, llego incluso a sugerirme que por favor le hablara más despacio. Volví a repetírselo más lentamente y añadí además que estaba buenísima. Estoy seguro que la tía me había entendido perfectamente la primera vez, pero en cualquier caso lo importante es que en esta segunda ocasión empezó a reírse y entre sorprendida y halagada me dijo que aceptaba mi invitación para comer añadiendo que lo  otro ya veremos, ¿vas muy rápido no?.

A las doce treinta la recogí en la puerta del banco, me comento que había pedido un par de horas libres para estar conmigo. Decidí sobre la marcha que podíamos comer en una kneipe unas bockwürste con ensaladas y así tendríamos más tiempo para darnos un paseo por el parque que se encontraba a pocos minutos de donde estábamos. Este parque en verano es el lugar preferido por los berlineses para tomar el sol, pero en invierno solo lo frecuentan ocasionales paseantes por lo que es un lugar idóneo en esta época del año para meterle mano a una tía y echar un polvete si viene al caso. Después de comer fuimos dando un agradable paseo hasta el parque, allí tras una ojeada localizamos un lugar en el que encontramos un banco alejado de miradas indiscretas, así que decidimos que era el sitio adecuado para meternos mano. Sin muchos preámbulos la tía se subió un poco la falda y se quitó las bragas, después se agacho y se puso a mear mientras me señalaba la bragueta y me decía que me sacara la polla. Opte por agacharme y ponerme detrás de ella para frotarle la picha en el culo mientras meaba al mismo tiempo que le sobaba el coño y disfrutaba del cálido calorcillo que emanaba de su pis. Se puso tan cachonda que simplemente se inclinó un poco apoyando las manos en el césped para que se la metiera por detrás. Tenía el vello del coñito pelirrojo y muy abundante, tan abundante que me equivoque y empecé a metérsela por el culo pues entre tanto vello y lo salido que yo estaba no atinaba a encontrar el agujero más habitual. El caso es que como la tía estaba tan salida como yo no pareció importare mucho el lugar por el que se la metiera con tal de tener algo dentro y ella misma empezó a apretar para que le entrara a tope. Estuvimos bombeando un largo rato durante el que note que la pava se corrió dos veces al menos mientras yo la masturbaba sobándole el clítoris, finalmente volvió a correrse cuando noto que yo le echaba mi chorro caliente dentro de su ojete. Cuando vio que yo iba a echar una meada después del polvete me pidió que lo hiciera sobre su coño, así que se inclinó poniendo la espalda en el respaldo del banco y se separó con las manos los labios para que yo pudiera hacerlo echándole el chorro dentro. Debía ser algo que la ponía a tope porqué no solamente gemía como una posesa mientras la orinaba sino que además cuando yo acabe siguió ella frotándose el clítoris hasta alcanzar un orgasmo que la dejo como ida durante unos minutos. Acabado el asunto se recompuso la falda y me ofreció como recuerdo sus bragas –según ella para que no me olvidara nunca de aquel polvo--, después se limpió el culo con varios kleenex mientras yo hacía lo mismo con mi polla. La acompañe hasta la puerta del banco y le prometí que antes de regresar a Madrid volvería a quedar con ella para repetir con más tranquilidad el polvete, me dio su teléfono para que pudiera llamarla a su casa.

Con puntualidad alemana apareció Nerea por el restaurante. Venía de arreglar sus papeles de residencia y de pagar una multa que tenía pendiente en la comisaría de policía por haber insultado a una agente durante una manifestación antinuclear. Cenamos tranquilamente mientras le comentaba la carta de Alma y las razones por las que había decidido salir de mi voluntario encierro. Tres veces al menos fuimos al baño para meternos unas rayas de farlopa, fue precisamente al salir la última vez del baño cuando Nerea me propuso que por qué no acudíamos al Capri a tomarnos unas copas, --es un sitio de puta madre, te va a gustar el ambiente que tiene –me dijo. Me pareció una idea genial y acepte de inmediato así que pague y nos fuimos dando un paseo ya que el antro se encontraba a una media hora caminando del lugar en el que estábamos. No sé si fue el efecto de todas las birras que consumí durante la cena o el cuelgue que ya empezaba a tener de coca y de hachís pero lo cierto es que según iba paseando con Nerea me pegue una leche de la hostia con una puta señal de tráfico que había en la mitad de la acera por la que caminábamos. Me abrí una brecha del copón en la parte superior de la frente, menos mal que salvo la conmoción inicial y el susto que siempre ocasiona ver la abundante sangre que mana de este tipo de heridas no tuvo mayores consecuencias que un chichón que me duro varios días. No mentía Nerea cuando me explico que el Capri era un antro sórdido y tenebroso, su escasa iluminación te impedía al entrar ver con nitidez no solo la decoración sino a sus parroquianos. El caso es que cuando tus ojos se acostumbraban a la oscuridad  descubrías el careto de una peña que posiblemente de haber habido una luz lo suficientemente buena para verlos antes de pasar al interior no hubieras entrado jamás en aquel lugar. La mayoría eran tíos y tías de esos que cuando los ves por la calle te cambias inmediatamente de acera por temor a cruzarte con ellos. Lo que no lograba atenuar la escasa iluminación era el fuerte olor a meados, sudor y en definitiva humanidad que imperaba en aquel tugurio que por otro lado estaba a tope de personal. Después de intentar en varias ocasiones que un pavo nos sirviera unas birras en la barra pudimos conseguirlo, así que jarra en mano fuimos en busca de algún lugar en el que sentar nuestros maltrechos esqueletos, al fondo del local y cerca de los meódromos encontramos un par de sitios en una mesa que ocupaba una animada peña que estaban pasándose varios canutos de hachís, allí nos sentamos –en lugares como Alemania es absolutamente normal compartir las mesas entre desconocidos-En mi caso antes de sentarme definitivamente decidí acudir al meódromo para evacuar algunas de las birras que llevaba en la vejiga y hacer un poco de sitio a las nuevas que sin dudas irían cayendo a lo largo de la noche. En el de tíos me fue imposible intentar mear ya que aparte de un olor hediondo e infernal estaban llenos a rebosar de mierda, incluso los de pie estaban llenos de cagadas, así que decide acudir al de tías pensando que tal vez estos estuvieran algo más decentes. Oler olían igual de pútridamente pero al menos uno o dos de ellos estaban en uso por lo que pude evacuar toda la puta cerveza que amenazaba con salirme por la boca si no la expulsaba antes por el orificio para tal menester. Al salir me encontré a una tía potando en uno de los lavabos, mientras otra en el aseo de al lado del que yo había usado estaba cagando, meando y echando la pota al mismo tiempo. En la escalera de acceso a la parte en la que estaban las mesas y la barra estaba una chica de unos quince años metiéndose un pico de heroína en el brazo.

Cuando llegue a la mesa Nerea ya había entablado una animada conversación con la peña que estaba sentada a nuestro lado, de hecho la encontré fumándose un enorme canuto que le había pasado uno de los mendas y que me tendió para que diera una calada nada más verme aparecer. Un rato después empecé a sentirme tan pedo que ni siquiera me di cuenta de que uno de los tíos le estaba metiendo mano descaradamente a Nerea si no es porqué en un momento dado esta me dio sus bragas diciéndome que se las guardara en mi bolsa, fue entonces cuando me percaté de que no solo este le había bajado las bragas sino que le estaba metiendo los dedos por el coño aparte de tener la polla fuera de la bragueta. Estaba intentando definir si lo que veían mis ojos era real o producto del cuelgue cuando empecé a notar que alguien me estaba bajando la cremallera de la bragueta. Cuando quise reaccionar tenía a una pava sobándome la picha y susurrándome cosas al oído que no entendía nada ya que se expresaba en alemán y yo no pillaba de este idioma ni media. En un momento dado la tía me cogió de la mano y sin preocuparse de volver a meterme la polla dentro tiro de mí en dirección a los meódromos, allí mientras saltábamos por encima de una tía que estaba tumbada entre meados y vómitos en el suelo me metió en uno de los cubículos donde preparo sobre la base de la cisterna un par de consistentes rayas de farlopa invitándome a que me esnifara una de ellas. Después se agacho y empezó a realizarme una frenética mamada durante la cual debió incluso de morderme  porque al día siguiente encontré que tenía las marcas de sus dientes en la polla y restos de  sangre en los gayumbos. Después de tragarse mi semen la tía empezó por señas a indicarme que yo le comiera el coño a ella, cosa que me negué en absoluto a realizar ante el pelaje de furcia que esta tenía así que le indique también con señas que no la entendía intentando hacerme el loco, al final la tía opto por que le metiera la polla en el coño y marcarse una follada, cosa esta que acepte como mal menor para salir al paso del asunto lo antes posible. Tarde bastante en conseguir correrme pues aparte de que estaba puesto a tope de todo la tía tampoco colaboraba mucho en el asunto ni siquiera se molestaba en moverse solo se pellizcaba de vez en cuando los pezones a través de la camiseta que llevaba puesta. Cuando finalmente lo logre,  deje a la pava limpiándose y yo me pire echando hostias hacía arriba para coger a Nerea y largarme de aquel antro. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegue a la mesa ya que toda la peña había volado, no había ni rastro de ellos ni de Nerea, así que decidí largarme rápidamente a la calle antes de que subiera la pava con la que había estado follando. Me fui dando un paseo para despejarme un poco hasta la parada del búho nocturno y regresar al piso.

Durante varios días me dedique a visitar los típicos lugares de compras. Acompañado de Nerea que aprovecho para pillar algunos días de vacaciones nos fuimos por las zonas del Kurfürstendamm paraíso del consumismo más desmadrado, visitando los almacenes Wertheim o KaDeWe entre otros muchos. También acudimos a visitar la gran avenida comercial de Wilmersdorfer StraBe en Charlottenburg y la Alexanderplatz en la zona Este. De todos los lugares que visite uno de los que más me gusto fue la zona donde podías encontrar cosas de segunda mano, había ropas y accesorios hasta de los años cuarenta pasando por toda la parafernalia de los punkies, rocker o góticos, e incluso encontré antiguos uniformes de los militares de los denominados en su momento países del este. Las gangas estaban esperándote en lugares como Schöneberg (GolzstraBe) o Kreuzberg (BergmannstraBe) o Charlotenburg en la SuareztraBe y sus demás calles contiguas. También para los amantes de la música –una de mis pasiones favoritas—les recomiendo pasarse por la indispensable Bote & Bock situada en la Europa-Center. Indispensable también es visitar Savignyplatz donde seguro encontraremos alguna rareza de cualquier parte del mundo. En cuanto a librerías se refiere recomiendo no eludir bajo ningún pretexto dar un paseo desde la KantstraBe hasta Savignyplatz, calles donde los buenos amantes de los libros encontraran todo tipo de golosinas apetecibles. También es muy recomendable cuando se visita Berlín realizar una visita por mercadillos como el de la avenida SraBe der 17 Juni, situado en el Tiergarten lugar donde los fines de semana se organiza un auténtico bazar donde puedes encontrar de todo. Menos profesionalizado y quizás más auténtico es el de la Arkonaplatz en Prenzlauer Berg, lugar este donde puedes encontrar las cosas más insólitas y singulares que te puedas imaginar. Precisamente en este último mercadillo conseguí tras varios regateos con un turco una extraordinaria Leica de 1925 idéntica a las que utilizaba Robert Capa para sus reportajes de fotoperiodismo. Regateando también conseguí que otro turco me vendiera a muy buen precio una Nikon F de las usadas durante la guerra en Vietnam y que era uno de los modelos preferidos por los reporteros de la época. Ambas cámaras estaban en perfecto estado de conservación y podían utilizarse con toda garantía, un auténtico chollo que lamentablemente no pude disfrutar porqué aquella misma tarde me las “levantaron” cuando acudí a visitar una comuna de okupas amigos de Nerea.

La comuna que fuimos a visitar estaba formada en su inmensa mayoría por chavales que habían militado en alguna de las diversas asociaciones que tenía Herri Batasuna por el País Vasco, todos ellos eran chicos que habían huido a Berlín para eludir la acción de la justicia española por haber participado en altercados de orden público. Mezclados con estos había también una fauna más problemática ya que se trataba  de simples yonkis o  habituales de vivir de lo ajeno –alguno de estos fue el que me levanto las cámaras--, así como algunos otros que simplemente estaban de paso y que aprovechaban el lugar para pasar unos días, el caso es que entre todos formaban una curiosa y singular fauna. La idea de visitar a estos pavos surgió de Nerea que llevaba varios días intentando convencerme para que colaborara con ella en un reportaje que le había encargado una revista alemana sobre los jóvenes españoles que estaban en Berlín. Nerea intentaba desde que llegue a Berlín convencerme para que yo realizara las fotos, así que aprovecho la ocasión de que yo hubiera comprado las cámaras antiguas para convencerme diciéndome que así podía estrenarlas en este reportaje y comprobar si funcionaban correctamente. El caso es, que no tuve más remedio que acceder y dejarme convencer por lo que después de dejar en el piso todas las cosas que habíamos comprado nos fuimos a visitar a esta peña con la intención de pasar con ellos al menos un par de días y así tener oportunidad de realizar buenas fotos. Por suerte para mí decidí en el último momento llevar además de las viejas cámaras que había comprado una Nikon F90X por si acaso me fallaba alguna de las otras, hecho este que salvo la situación y que me permitió realizar las fotos cuando me levantaron las viejas. La cosa sucedió por pecar por mi parte de excesiva ingenuidad otorgándole a aquella peña cierta confianza, ya que no se me ocurrió otra gilipollez que la de dejar mi mochila con las dos cámaras, la pasta y alguna que otra cosa en la habitación que nos dejaron para dormir y largarme solo con la F90X al otro extremo de la casa para fotografiar a un grupo de ellos. Debí ser lo suficientemente precavido como para no fiarme de unos pavos que eran capaces de vender a su madre por pillar algo de pasta, el caso es que no tuve oportunidad de disfrutar ni un poquito de mi adquisición. Volviendo al asunto que importa, la comuna estaba instalada en un viejo edificio de pisos abandonados de lo que en su tiempo fueron viviendas construidas por las autoridades de la extinguida RDA para sus ciudadanos. Así que es fácil imaginarse que aparte de ser feas de cojones tenían el mínimo de confort, de hecho hasta los meódromos estaban situados en el exterior de los pisos y consistían en un cagadero y una ducha que tenían que utilizar todos los ocupantes de cada planta ---en su día ocho apartamentos por planta---. Por suerte las autoridades del nuevo estado reunificado tras la caída del muro les habían dejado conectada la luz y el agua por lo que al menos podían disfrutar de estos dos bienes tan necesarios hoy en día, aunque en honor a la verdad el agua la usaban poco –al menos para el aseo personal--. El funcionamiento de la comuna era básico y sencillo, cada uno aportaba lo que podía, ya fuera en forma de pasta, o artículos comprados o robados. En este último aspecto eran auténticos profesionales ya que según pude observar había algunos pavos que tenían hasta adaptado los abrigos o las gabardinas con numerosos bolsillos interiores para ocultar lo que mangaban en los comercios de la zona. Uno de los días fui testigo de cómo una de las chicas extraía de sus bolsillos cuatro latas de sardinas, tres botes de salchichas, seis paquetes de mortadela, queso y salami en lonchas, dos botellas de vino, un paquete de pan negro y varias chocolatinas y chicles conseguidos todo ello de una sola tacada. Obviamente eran auténticos expertos en el camuflaje de lo que robaban en los supermercados pues ocultar y disimular todos estos artículos no me negaran ustedes que es un auténtico arte de la prestidigitación.

Al día siguiente de estar allí durante la sesión de fotos que le estaba haciendo a una de las chicas termine enrollándome con ella. Era de Logroño y al parecer por lo que me conto estaba allí porqué se había largado de España acompañando a su chico que tuvo que salir por patas para que no le detuvieran tras haberle lanzado un coctel molotov a unos antidisturbios en Bilbao durante su participación en una manifestación en apoyo a las Gestoras pro amnistía de los presos de la ETA. El caso es que la muy pánfila decidió abandonar familia, estudios y demás comodidades para seguir al soplapollas de su colega hasta Berlín, encontrándose que a los pocos días el julay la dejaba abandonada a su suerte y él se piraba a la India con una hippie inglesa que estaba de paso por la comuna. No tuvo más remedio que sobrevivir al infortunio y buscarse la vida, así que a los pocos días era una experta en el arte de conseguir cualquier cosa sin necesidad de utilizar dinero o tarjetas de crédito. Llevaba dos años en Berlín y no solo se había adaptado al ambiente y a la cultura sino que ya tenía hasta un curro en una tienda de ropa usada que le permitía obtener unos ingresos para cubrir todas sus necesidades, aparte estudiaba alemán para perfeccionar su conocimiento del idioma con vistas a matricularse en la universidad y terminar los estudios de medicina que había abandonado cuando se marchó de España. Tenía veintitrés años y era de aspecto aniñado, podía pasar fácilmente por una adolescente de no más de diecisiete o dieciocho años, incluso su vestimenta habitual colaboraba a que pareciera más joven de lo que en realidad era ya que siempre utilizaba pantalones vaqueros muy estrechos y amplias camisetas que apenas dejaban entrever sus diminutos pechos. Tenía una larga y cuidada melena rubia que se recogía coquetamente en una coleta con un pasador de plata que según ella había pertenecido a su bisabuela. No usaba maquillajes, lápiz de labios ni ningún otro accesorio femenino salvo un perfilador de ojos que realzaba el intenso color azul de sus ojos, el otro único complemento que se permitía usar de forma sensual y coqueta era una boina francesa que se colocaba al estilo del Che. Me decidí a empezar a fotografiarla a ella porqué desde el primer instante en el que la vi me quedé fascinado por su apariencia andrógina y sobre todo por las innumerables pecas que salpicaban su aniñado rostro. A veces cuando la estaba enfocando por el visor de la cámara me recordaba más a un joven afeminado y bello más que a una mujer, tal era su apariencia tan ambigua, quizás en esto radicaba parte de la innegable atracción que me producía su presencia. Cuando la desnude por primera vez pude observar que no solo tenía un sensual y bonito cuerpo sino que además tenía una piel tan suave y delicada como la de un bebe, acariciarla era semejante al tacto que produce el terciopelo, de hecho me comento que era tal la carencia de vello que tenía que no necesitaba hacerse para nada la cera. Sus pechos apenas el dibujo de un esbozo y su  coñito rasurado producían la extraña sensación de estar más con un efebo sin picha que con una tía, sin lugar a dudas provocaba morbo follar con ella. Con todo lo mejor de su cuerpo era su redondeado y bien formado culito, uno de esos que cuando se embute en unos ajustados jeans no puedes resistirte a mirar hipnóticamente. Disfrutar de aquella criatura provoco tal excitación en mí que nos pasamos prácticamente toda la noche follando, lo hicimos utilizando todo tipo de posturas y realizamos cualquier guarrada que se nos ocurrió a lo largo de la noche, aunque quizás lo que más veces llevamos a cabo fue follarla por el culo mientras ella meaba. La cosa surgió cuando me explico en uno de los ratos que usábamos para comer algo, fumar o simplemente meternos unas rayas, que un día follando con un tío que se la tenía metida por el culo le entro ganas de mear y que como el pavo tardaba en correrse para no cortarle el rollo decidió mearse encima. La primera vez le costó mucho conseguirlo pues al intentar mear se le relajaban también los músculos del culo y le producía una sensación como que iba a cagarse, el caso es que al final lo consiguió y noto que disfrutaba de la hostia al notar que coincidía con la corrida del tío. Días después volvió a repetirlo añadiendo al asunto el  tocarse el clítoris según se estaba meando, la cosa funciono de tal forma desde entonces, que  según me dijo se había aficionado de tal manera que siempre que podía pedírselo a un tío lo hacía. Era tal el enganche que tenía que incluso se bebía varias birras antes de follar para que la meada fuera larga y le diera tiempo a que el tío se corriera antes de que ella terminara de mear. Aparte de esta guarrada la ponía también a mil por hora que me hiciera una paja y le echara el semen por la cara para extendérselo por el rostro, también me pidió después de esto que me meara sobre su cara para beberse parte de mis meados, la verdad es que la tía estaba dispuesta a experimentar la jodienda a tope. Me dijo que el sexo para ella era simplemente eso, puro sexo sin más compromisos no hostias. Al día siguiente Marta se levantó sobre las doce y media para marcharse a una clase que tenía de alemán, yo me quede sobando porqué estaba más agotado que una naranja pasada por el exprimidor.

Por la tarde a eso de las cuatro me levante para seguir tomando algunas fotos, antes de empezar Nerea me calentó unas judías con chorizo que habían sobrado de la comida para que repusiera mis maltrechas fuerzas. De postre me endiño un par de rayas de la farlopa colombiana que tenía para que me pusiera rápidamente en forma, y doy fe de que lo consiguió pues en pocos minutos estaba cámara en mano haciendo fotos a cualquier miembro de la peña que se cruzaba por mi camino. Pase el resto de la tarde haciendo fotos mientras Nerea entrevistaba a algunos de los chicos, sobre las nueve decidió cortar hasta el día siguiente y nos pusimos a cenar algunas cosillas mientras nos bebíamos varias birras, después la peña empezó a preparar canutos, rayas y a pasar de mano en mano una botella con licor de chocolate que estaba de puta madre, lo malo fue que poco a poco nos fuimos pillando un colocon de considerable proporción. Además en mi caso debió de ejercer el licor de chocolate algún efecto afrodisíaco porqué empecé a notar que tenía la polla más dura que un garrote así que empecé a meterle mano disimuladamente a Nerea hasta que conseguí que esta empezara a tener mojadas las braguitas y ya sin podernos controlar la tumbe allí mismo para echar un polvete delante de todos los colegas que más o menos se unieron a la fiesta convirtiéndose aquella habitación en una jodienda total. En poco tiempo estaba masturbando a un tío mientras me dedicaba por otro lado a comerle el coño a otra, mientras Nerea me la chupaba a mí. Después de corrernos y estar un rato fumando unos canutos volvimos al asunto de la jodienda, yo empecé a trajinarme a una tía comiéndole el coño mientras le introducía un dedo untado en vaselina por el culo para ir preparándoselo para que acogiera sin dolor a mi polla. Nerea se puso a chuparle la picha a un tío mientras otros dos la follaban uno por el culo y otro por el coño, el resto de peña se lo montaba más o menos de la misma forma terminando aquello en una orgía desenfrenada en la que prácticamente era imposible saber si estabas metiéndosela por el ojete a un tío o a una tía, la verdad es que daba igual pues en un momento dado todos los ojetes son más o menos iguales. La fiesta termino en un confuso montón de cuerpos exhaustos durmiendo unos encima de otros. En una de las ocasiones que me desperté para echar una meada estaba tan cansado que no pude ni levantarme, el caso es que termine orinándome encima, no creo que a nadie le importara porqué más de uno o una había hecho ya lo mismo, aquello apestaba a meados, mierda, semen y a humanidad falta de un buen aseo.

Doce o trece horas después de aquel desenfreno nos fuimos paulatinamente despertando, cuando logre ponerme en pie fui directamente a la ducha para despejarme del todo. Ya despejado me vestí y me marche a tomar algo a una tienda que además hacía las veces de café regentada por turcos, pedí una ensalada de patatas, una pita de cordero y una lata grande de birra. Cuando termine con un café doble pague y me largué a dar un paseo por un parque cercano, allí tumbada en el césped leyendo un libro de Bukowski me encontré a Marta. Me tumbe a su lado y trate de no interrumpir su lectura, sin embargo fue ella la que al poco tiempo cerro el libro y se puso a preguntarme cosas sobre mí, ¿qué hacía en Berlín?, ¿a qué me dedicaba realmente?, ¿estaba casado?, y un sin fin más de preguntas que trate en la medida de lo posible de contestarle. Cuando considero satisfecha su curiosidad fui yo el que cogí el turno de preguntas para saber algo más de su vida. Así fue como me contó porqué había decidido acompañar a su ex novio a Berlín huyendo de la pasma, según su versión no fue una chaladura de niña inmadura sino que fue debido a que estaba hasta los ovarios de ver como la pasma trataba injustamente a los jóvenes del País Vasco. ---Tome conciencia del asunto un día que fui a Pamplona a reunirme con Unai –su ex novio—y fui testigo presencial de cómo actuaba la policía en el País Vasco, ¿sabes lo que vi?, pues te lo voy a contar por si algún día te vale para que lo cuentes periodista. La cosa fue que estábamos reunidos los colegas en un bar del casco antiguo cuando de pronto entro un mogollón de antidisturbios en el local pidiendo a todo el mundo la documentación. Según el oficial que los mandaba buscaban a varios jóvenes afines a Herri Batasuna que habían montado el pollo unas horas antes por las cercanías de allí, el caso es que según iban devolviéndote la documentación te hacían desfilar hacia la puerta para que salieras a la calle donde te esperaba un pasillo formado por antidisturbios que iban dándote hostias con las porras y patadas hasta que lograbas llegar al final del último pasma. Si en algún momento se te ocurría protestar no solo te endiñaban más hostias sino que además te detenían por resistencia a la autoridad o por insultarlos, el caso es, que de una forma u otra te inflaban a leches. Esta es la forma en la que actúa la policía española con los jóvenes en el País Vasco sabes tío,  así que no es extraño que cada vez que la ETA se carga a un madero brindemos por un hijo de puta menos, y que conste que yo personalmente estoy en contra de toda la violencia que hay allí, pero al margen de esto no tolero que nos puteen unos cabrones como son los antidisturbios y demás polis que actúan en el País Vasco ---me dijo.

Debo admitir que el relato de Marta no me era nada extraño ni desconocido pues en cierto modo yo he vivido en carne propia la brutalidad de la policía en varias ocasiones. Debido a mi profesión como reportero gráfico he sido agredido en manifestaciones donde los antidisturbios cargan indiscriminadamente sin mirar a quien golpean, son como bestias enfurecidas que no tienen el más mínimo control y golpean a diestro y siniestro sin mirar a quien le dan, de hecho he sido testigo en más de una ocasión de cómo incluso se llegan a cascar entre ellos. El caso es que al igual que Marta estoy absolutamente en contra de la violencia, nada justifica el que alguien le quite la vida a otro semejante pero tampoco es justificable que un gárrulo metido a policía porque no tiene otra salida laboral o simplemente porqué se crea alguien con un uniforme, una pistola y una porra tenga patente de corso para liarse a mamporros con un ciudadano que para más ironía es el que le paga su sueldo para que le proteja. Claro que tampoco hay que cargar las tintas contra estos retrasados mentales ya que los más directos responsables de estos abusos de autoridad son los corruptos y fascistoides políticos a los que desgraciadamente la masa borreguil que configura la mayoría de la ciudadanía española elige “democráticamente” con sus votos y mantiene generosamente con sus impuestos sin exigirles que den cuenta de su gestión como debe ser y como por otro lado establece la propia constitución en cualquier país civilizado. Quizás el problema es más complejo de lo que imaginamos, y la realidad está en que  gran parte de eso que denominamos  seres humanos o personas son en realidad simplemente bichos sin terminar a los que coloquialmente podríamos definir como que les falta un hervor, en cualquier caso nos va de puta pena con los que votamos y elegimos para que nos gobiernen, vaya mierda de país y de políticos, que les den por culo a todos.

Los dos días siguientes me dedique a estar con Marta, a disfrutar de su presencia y a follar con ella el máximo tiempo posible. En pocas ocasiones te encuentras por la vida a una criatura con la que te gustaría que el tiempo se paralizara o al menos se ralentizara para estar el mayor tiempo posible con ella. El primer día que me dedique a estar simplemente con ella lo dedicamos a visitar la antigua zona del Berlín Oriental, conocer en la medida de lo posible como había sido la vida de aquella gente antes de que cayera el muro que los separaba de Occidente. También fuimos a visitar galerías de arte fotográfico e incluso conseguí que aceptara como regalo una cámara que compre en una tienda de segunda mano por si algún día decidía interesarse por la fotografía  ---sin saberlo en aquel momento, fue premonitorio mi regalo porqué años después Marta se ha convertido en una fotógrafa de modas muy cotizada en el circuito profesional--- . Realizamos una agradable excursión en barco recorriendo el circuito de Wansee a la isla de los Pavorreales y Postdam, comimos las deliciosas Leberknödel  ---albóndigas de hígado—y por supuesto varias Bockwürste  --salchichas—acompañadas de una exquisita ensalada al estilo de la zona. Al día siguiente Marta me sorprendió preparándome para comer un codillo de cerdo al estilo berlinés y que consiste en comprarlo en cuatro trozos a los que se le chamuscan los pelos sobre fuego vivo para poner después las cuatro porciones en una cacerola grande cubierta de agua a la que se le añade dos cebollas cortadas en láminas muy finas, media guindilla, pimienta en grano, tres hojas de laurel, una cucharada de azúcar y medio comino, dejándolo después que se cocine a fuego lento hasta que este tierno. El azúcar le da una curiosa tonalidad rosada, se sirve acompañado de puré de guisantes, Sauerkraut –choucroute—y  patatas cocidas, acompañado todo ello de las imprescindibles Berliner WeiBe  (conocidas popularmente como la blanca de Berlín) sin dudas una de las mejores cervezas del mundo, elaboradas con trigo en lugar de la popular cebada. Después de saborear este exquisito plato lo más aconsejable es echar un buen polvo que te ayude a tener una buena digestión. Precisamente a follar y a follar fue a lo que dedicamos Marta y yo el resto del día, tanto que termine con la polla hecha unos zorros. Tuve como ya venía siendo habitual a causa de mi desenfrenada vida que acudir a una farmacia para que me vendieran una pomada que calmara mi maltrecho aparato así como a las inevitables cándidas que aparecieron por mi glande en forma de pequeños puntitos rojos, en cualquier caso, era el aviso para que dejara descansar a mi polla unos cuantos días.

Para bien o según se mire,  fueron dos o tres días inolvidables, la joven riojana era sin dudas un ser especial, alguien que a pesar de su poca edad te transmitía un mundo interior de una riqueza inmensa. Capaz a la vez de mantener una interesante conversación sobre política, arte, literatura o feminismo y al mismo tiempo echar un polvo bestial. Tuve la suerte de poder volver a verla en varias ocasiones más, una de ellas fue en Londres durante el periodo de tiempo en el que estuve viviendo allí. Marta coincidió conmigo cuando fue a Londres para asistir a un seminario de fotografía de moda, estaba igual de hermosa que en la época en la que la conocí en Berlín, no había perdido ni un ápice de su juvenil y ambiguo encanto.

Mientras Nerea ponía a punto sus notas y clasificaba las entrevistas que había hecho a los diferentes miembros de la casa de okupas yo estuve trabajando en el laboratorio con el material fotográfico, rebelando y seleccionando las más adecuadas para ilustrar el trabajo de su artículo. Había realizado unas trescientas cincuenta diapositivas de las que finalmente separe unas veinte para que Nerea eligiera las que más le gustaran, al final se publicaron solamente seis ya que el espacio para ilustrar el artículo se redujo considerablemente por falta de espacio. Si me entretengo en dar esta pequeña explicación es para que el lector profano en la materia tenga una idea aproximada de lo que sucede realmente a la hora de elaborar un trabajo fotográfico que sirva para ilustrar un artículo y valore la cantidad de material y medios que generalmente se invierten para finalmente ser desechados con la consiguiente pérdida económica que esto conlleva la mayoría de las veces para el profesional gráfico ya que es cada vez más inusual que sea la empresa editora la que sufrague los gastos, de hecho prácticamente la mayoría de los reporteros gráficos actualmente trabajan como FreeLancer. Dos días después de terminar este trabajo con Nerea nos fuimos a celebrarlo a un garito en el que estuvimos tomando birras hasta bien entrada la noche, cuando regresábamos dando un paseo al piso se nos ocurrió echar un polvete refugiados en el hueco del portal de un edificio de oficinas que estaba a esas horas chapado. Primero empezó el asunto Nerea arrodillándose a la altura de mi bragueta y sacándome la picha para hacerme una mamada. Después de un rato de masajearme el aparato con la lengua decidimos que era el momento para que le metiera unos buenos viajes a su húmedo coñito así que se bajó las bragas y levanto una de las piernas apoyándola sobre una especie de barandilla para que yo pudiera penetrarla bien, cosa que llevamos rápidamente a efecto por la gran facilidad que nos procuró la postura. Cuando estábamos bombeando a tope note que alguien me estaba metiendo mano por el culo y no era precisamente Nerea que tenía sus brazos alrededor de mi cuello, así que le susurre al oído a esta que mirara qué coño estaba pasando. Nerea miro detrás de mí y empezó a descojonarse diciéndome que estuviera tranquilo y que siguiera moviéndome que no pasaba absolutamente nada, ---relájate tío y sigue follandome que quien te está metiendo mano es una tía de que esta buenísima. Tranquilizado por las palabras de Nerea seguí con el asunto e incluso deje que la tía en cuestión me desabrochara los vaqueros, me los bajara hasta las rodillas y me sobara a placer los cojones y el culo –debo confesar que no le costó gran esfuerzo acceder a mis partes nobles porqué yo por esta época no solía ponerme muchas veces gayumbos siendo esta vez una de las ocasiones en la que no los llevaba---. Como en tantas otras ocasiones en las que iba puesto a tope no conseguía correrme así que espere a que Nerea se corriera un par de veces para decirle que iba a parar para ver a la tía que me estaba metiendo mano. Saque la picha de su coñito y me di la vuelta para ver a mi voluntaria benefactora, llevándome entonces la sorpresa de que la tía era efectivamente una preciosidad. Aparentaba unos veinte años, llevaba una peluca larga y rizada de color negro, un ajustado top rojo a juego con una mini de igual color solo que en este caso de cuero, unas botas de tacón alto de aguja a juego con el negro de la peluca. Quizás lo que más me llamo la atención fue cuando mire atentamente su cara, tenía unas facciones demasiado perfectas para una persona normal, parecía más bien una cara de muñeca. La realidad es que se trataba de un travestí modelado a base de cirugía plástica en muchas horas de quirófano, en cualquier caso, era una autentica preciosidad, así que ni Nerea ni yo le hicimos asco al asunto y terminamos follando con él /ella ya que en realidad lo único que le faltaba por operarse era el sexo. Cuando le metí mano por debajo de la mini descubrí que tampoco llevaba bragas por lo que rápidamente le pude agarrar su pequeña picha que ya estaba empalmada y bien lubrificada en vista de lo cual le empecé a trajinar el ojete metiéndole saliva con el dedo para que no le doliera la penetración, mientras Nerea se sentó en un escalón para masturbarse y  observar como introducía yo mi polla por el ojete de la inesperada colaboradora. Mientras yo bombeaba dentro de su culo él /ella se hacía una paja mirando también como se lo montaba Nerea con su mano. Más o menos debimos corrernos los tres al unísono a juzgar por los gemidos y por los movimientos de nuestros cuerpos. Cuando acabo el asunto nos sentamos los tres en el escalón y aparte de meternos un par de rayas cada uno nos pusimos a fumarnos un canuto que lio Nerea mientras  --Sandra, así se llamaba el singular personaje—nos contaba que ella jamás se había comportado de aquella forma, de hecho iba para su casa después de haber actuado en el espectáculo musical en el que trabajaba todas las noches, pero que al vernos se excito tanto que no pudo contenerse. Verdad o mentira el caso es que Sandra era no solo una belleza sino además una tía de lo más locuaz, en pocos minutos prácticamente nos había contado toda su vida, por cierto había nacido en la mismísima Cádiz. Cuando terminamos el peta nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en que nos llamaríamos para repetir el asunto en un lugar más cómodo. Cuando llegamos al piso encontré que tenía una nueva carta de Alma.

Hola Julay:

¿Qué tal te va? espero y supongo que habrás dado buena cuenta de las pelas que te envié  para que te divirtieras a tope. A pesar de… la vida siempre sigue, nunca se para por nada ni por nadie. Bueno ya está bien de sermonearte  así que voy a ir directamente a lo que interesa, y esto es informarte de que ya tengo elegido los exteriores para las sesiones. He trazado una ruta que más o menos sigue el itinerario fotográfico de Brassaï, seleccionando viejos mercados de frutas, cafés antiguos (similares a los que frecuentaba tu adorado Miller) y calles de puterio como la zona de Pigalle. Sinceramente y aunque haya sido yo la que ha realizado la localización de los exteriores creo que he seleccionado el marco adecuado para nuestro trabajo ¿qué opinas tú?, bueno cuando nos veamos ya me lo dirás personalmente. También está hecho el casting de modelos, ya tenemos seleccionadas a todas las que necesitamos (por cierto una de las elegidas es tu vieja amiguita Marianne, lo que ocurra depende única y exclusivamente de ti). Joder tío voy a tener que masturbarme solo de pensar lo buena que esta la jodida niñata, veras como al final termino haciéndome bollera. ¿Qué más puedo contarte?, pues la verdad es que poco más ya que han sucedido pocas cosas por estas tierras, bueno para no mentirte sí que ha sucedido alguna y esta es, que me he enrollado con tu amigo el que toca la guitarra con “la parejita”. De momento la cosa marcha bien entre ambos, supongo que en parte porqué compartimos “aficiones” comunes como tu bien sabes. Por cierto Beto ya ha conseguido el divorcio de Malen y esta se ha pirado a vivir con el Oso. Beto te envía besos y me ha dicho que no te olvides de traerle de regalo una jarra de cerveza de esas que tienen tapa Ok. Charlie también se ha separado de Ana, según me ha contado esta le pillo en su casa y metido en su cama follando con una pibita, cuando ella regresaba de estar currando. Total nada, el tío le echa un morro a la vida que te cagas ¿no crees? Bien colega ya está bien de cotilleos ya te enteraras de más cuando vuelvas.

Volviendo a lo que interesa te diré que he comprado dos nuevas cámaras, una es una  Zenza Bronica y una Hasselblad para que así contemos con un par cada uno de nosotros y podamos trabajar si es necesario en lugares diferentes, sin tener por ello que depender uno del otro. ¿Qué te parece?, como puedes ver no toda la pasta me la gasto en “malos vicios”.

Ayer me llamo la puta de mi madre para felicitarme por mi cumple. La muy zorra solo se acuerda de mí en estas ocasiones el resto del año es como si yo no existiera, así que le dije que se podía haber ahorrado la llamada, para colmo empezó otra vez con el puto rollo de las drogas, al final termine mandándola como siempre a tomar por culo y la colgué el teléfono.

¿Qué tal te lo montas con las berlinesas? ¿Te has follado ya a muchas?, tienes que ponerme al día y contarme si es verdad eso que cuentan de que las alemanas no se depilan ni un pelo del cuerpo. Si esto es cierto, parecerán osas ¿no? Bueno a lo mejor hasta tiene su morbo el asunto. Nada más tío, espero verte pronto para que me folles y me des un poco de mimo que buena falta me hace. Un mogollón de besos, cuídate.

Por siempre Alma

P.D. Olvidaba comentarte algo bastante importante ---al menos para mí futuro---. Me han contestado sobre el tema de la televisión y según parece sería para residir en Sydney con un contrato de al menos cinco años. Tengo que dar la respuesta antes de un mes como máximo, así que no hago nada más que darle vueltas al asunto y creo que al final voy a aceptar ya que no solo me vendría bien para alejarme de mis pesadillas sino que incluso a lo mejor hasta sirve para que deje de una puñetera vez el alcohol y las drogas. Incluso a lo mejor hasta encuentro a un tipo allí del que me enamoro y fundo una familia ¿qué opinas tú, crees que es una buena solución o tal vez estoy engañándome como tantas otras veces he hecho? En fin cuando estemos juntos en París ya me dirás qué opinas tú. Joder tío, la verdad es que te echo de menos mogollón, un beso.

Después de recibir esta carta los acontecimientos se precipitaron y recibí una llamada de Alma comunicándome que se había adelantado la fecha de inicio para que realizáramos el trabajo de París, así que no tenía más remedio que adelantar mi partida y estar allí en dos o tres días como muy tarde. Antes de marcharme de Berlín decidí despedirme de Marta, la llame y quedamos por la tarde en vernos para cenar juntos. Dimos un paseo por Alexanderplatz y sus alrededores, le regale en una tienda un conjunto de Calvin Klein  y nos fuimos finalmente a cenar a un restaurante griego. Después de la cena decidimos que pasaríamos la noche en el piso de Nerea, fue un error pues aunque pasamos parte de la noche follando no funciono como en otras ocasiones, algo había pasado entre nosotros y no acabábamos de entregarnos simplemente a follar. Al amanecer decidimos los dos que lo mejor era despedirnos cuanto antes y tratar de olvidarnos de sentimentalismo antes de que nos pillara más el bajón que teníamos. Nos duchamos y tomamos un desayuno más bien frugal durante el que apenas cambiamos un par de palabras, llamé a un taxi para que la recogiera y la acompañe dejándola finalmente sentada en el coche. A los dos nos costó un mogollón despedirnos, en varias ocasiones trate de retenerla para que no se subiera al vehículo y en otras fue ella la que se bajó antes de que este pudiera arrancar, el caso es que tuvo que ser el taxista el que al final cortara el tema diciendo que o se decidía de una puta vez o él se las piraba. Marta subió definitivamente al taxi y este partió con ella despidiéndose agitando la mano tras el cristal trasero mientras yo observaba como le resbalaban las lágrimas por su bonito rostro. Cuando el taxi se perdió en la lejanía yo opte por contener mis lágrimas y darme un paseo por las solitarias calles antes de volver al piso. Dos horas después estaba completamente borracho y decidido a no dejar de estarlo hasta que me subiera en el vuelo que tenía que llevarme a París. Una vez más mi inmadurez y mi propio egoísmo había triunfado sobre mis sentimientos sin considerar para nada los de la otra persona. Nuevamente afloraba mi viejo temor a comprometerme con alguien,  solo interpretaba como posibilidad vivir el aquí y ahora, esa era mi meta o proyecto de vida, cualquier otra interpretación simplemente era para mí un compromiso inaceptable e inviable. El amor no es nada más que una patraña burguesa, una gilipollez de adolescente, una sensibilidad mal entendida… me dije a mi mismo mientras apuraba el último trago de la botella de Jim Bean que había empezado un rato antes.

Aquella última tarde en Berlín no solo la pase borracho y drogado sino que también involucre de alguna forma en mi mal rollo a Nerea, trate de follar con ella para olvidarme de Marta pero no sólo no lo conseguí sino que en más de una ocasión mientras follabamos la llame con el nombre de esta. Por suerte Nerea comprendió perfectamente mi situación y supo encauzar en la medida de lo posible el mal rollo al que yo la estaba sometiendo con mi infantil comportamiento. Cuando paso algún tiempo comprendí el gran esfuerzo que debió hacer Nerea aquel día para no mandarme a tomar por culo, ella sí que supo entregarse a los sentimientos haciendo prevalecer la amistad por encima de cualquier otro interés e incluso por encima del simple placer físico que yo le negué aquella tarde. ¡Gracias Nerea!, estés donde estés tienes mi amistad por siempre. Aquel día me distes una lección de cómo los sentimientos deben prevalecer por encima del egoísmo de uno mismo, también me enseñaste a crecer un poquito más.

A primera hora de la mañana, con un frio de cojones y con una resaca de la hostia me senté en el asiento del avión que tenía que llevarme a París para encontrarme con Alma. Atrás quedaban los recuerdos que me habían llevado a huir a Berlín, así como las vivencias de los días que había pasado en esta singular y bella ciudad. Escondido en lo más profundo de mi inconsciente quedaban los buenos y los malos ratos que había pasado con Ana, ahora era el momento idóneo para aclarar de una puñetera vez que significaba en mi vida Alma. Abrí los ojos y conseguí con un gesto de la mano que acudiera a mi llamada una de las azafatas. Le pedí por favor que me trajera seis botellines de bourbon y tres lata de cerveza, necesitaba seguir anestesiando a mi mente. Después de dar cuenta al pedido debí quedarme sopa ya que cuando me desperté estaba aterrizando en el aeropuerto de Orly. Cuando salí al exterior París presentaba un aspecto gris y lluvioso, una fina lluvia caía intermitentemente calándote hasta los huesos. Cogí un taxi y le di mi dirección del hotel en la rue Caumartin donde Alma me había reservado una habitación. Cuando finalmente me encontré instalado en la habitación me desnude y me ensobre en la cama de donde solo salí un par de veces a mear a lo largo de cerca de más de veinticuatro horas de resaca. Después de esta beneficiosa cura de sueño me desperté con un apetito feroz, así que me duche, me afeite y decidí largarme a ofrecerme un buen homenaje con una suculenta y apetitosa cena en uno de los muchos restaurantes que hay por el Boulevard Haussmam. Volví a la habitación del hotel sobre las once de la noche después de haber saciado mi apetito con una excelente cena en la que empecé con una tabla de quesos, para dar cuenta después de un solomillo a la pimienta  acompañado de  unas cuantas birras, de postre pedí una ración doble de tarta de moka con un café negro igualmente doble, después me tome un par de Bourbons antes de pedir la cuenta y pirarme. Antes de regresar al hotel me di una vuelta por la Place de Clichy para pillar algo de coca por los alrededores de la discoteca La Locomotive, después regrese dando un paseo hasta el hotel. Prepare un par de rayas, me bebí tres botellines de güisqui del mini bar y me hice una paja antes de volver a acostarme y quedarme sopa. Sobre las cinco de la madrugada me despertó el sonido del teléfono, cuando descolgué estaba al otro lado de la línea Alma diciéndome que acababa de llegar de Orleáns que estaba abajo en recepción y que iba a subir rápidamente a mi habitación, así que ya podía ir preparando alguna copa del mini bar. Incluso antes de darme tiempo a que colgara ya estaba llamando a mi puerta, abrí y entro como una tromba directamente hacía el baño, se desnudó completamente y en pocos segundos estaba dándose una ducha mientras me gritaba continuamente que donde coño estaba la copa. Cuando salió de la ducha se metió rápidamente las dos rayas que yo había preparado sobre la mesilla y a continuación se sentó en la cama para beberse el güisqui mientras me comentaba que había estado de visita turística por Orleáns. Nos preparamos otro par de rayas y pedimos al servicio de habitaciones que nos trajeran una botella de Bourbon y dos desayunos completos, mientras llegaban Alma se entretuvo en hacerme una mamada. Cuando llegaron los sabrosos cruasanes, los cereales y el café desayunamos con un apetito como si hiciera meses que no hubiéramos probado bocado  --la coca produce algunas veces estos efectos--, después le devolví el “favor” a Alma comiéndole el coñito hasta que se corrió un par de veces por lo menos. Bebimos unos cuantos tragos y Alma saco del bolso una cajita con vaselina para que me untara la polla y pudiera metérsela por el culo echamos un polvete genial mirándonos a través del espejo del baño. Nos puso a tope el asunto, a mi ver por el espejo como se lo montaba Alma masturbándose el clítoris y a ella ver cómo le entraba y salía la picha por el ojete. Para contrarrestar el bajón de la coca, Alma preparo un canuto y nos fuimos a fumárnoslo al balcón y a observar como empezaba la peña a transitar por las calles para acudir al curro, un rato después ambos nos quedamos dormidos hasta la seis o las siete de la tarde que nos despertó el sonido del teléfono, era el productor de la agencia para confirmarle a Alma que dentro de dos días empezábamos el trabajo. Nos duchamos y decidimos irnos a cenar y a tomar unas copas por el Barrio Latino. Cenamos en un restaurante griego de la rue Mouffetard, después tomamos unas copas en un café del Barrio Latino que ofrecía una buenísima actuación de un cuarteto de jazz. Antes de regresar nuevamente al hotel pillamos un par de gramos en una de las callejuelas cercanas a la rue de la Huchette en la casa de un colega de una de las modelos que había sido seleccionada en el casting. Ya en el hotel nos metimos casi un gramo en menos de una hora lo que hizo que nos pusiéramos como una moto, sobre todo porqué a Alma se le ocurrió que nos untáramos un poco de coca en la mano para hacernos una paja mutuamente. Fue una pasada porqué a Alma se le puso el clítoris hinchado y no podía dejar de frotárselo, tuve incluso que echarle un poco de soda para que se calmara y dejara de frotárselo ya que incluso empezó a sangrarle. A mí me paso algo parecido, de tanto frotarme la picha termine con el prepucio sangrando a pesar de lo cual estábamos tan salidos que nos pusimos a follar. Estuvimos un mogollón de tiempo follando, cambiando de posturas e intentando corrernos pero no hubo forma, así que como la cosa no terminaba de relajarnos decidimos bebernos una botella de Bourbon a tragos para ver si con el alcohol se nos pasaba un poco la excitación. Finalmente entre el alcohol y varios canutos que nos fumamos nos venció el cansancio y el agotamiento provocándonos que nos quedáramos sopas encima de la cama. Estuvimos sobando hasta cerca de las dos de la tarde del día siguiente, cuando nos despertamos nos quitamos el mal rollo echando un polvete en el que finalmente conseguimos corrernos, eso sí con los genitales hecho unos zorros en carne viva y para colmo ambos habíamos pillado nuevamente unas cándidas de la hostia.

Comimos en la habitación y posteriormente nos duchamos para acudir a un médico que nos echara una ojeada y que pudiera recetarnos algo que nos calmara un poco la polla y el coño. El especialista en enfermedades de transmisión sexual nos receto unos antibióticos y unas pomadas a ambos, a Alma le incluyo también en el tratamiento unos óvulos que debía introducirse con un artilugio especialmente diseñado para tal fin por el agujero de la vagina. También nos aconsejó que no practicáramos el sexo al menos durante una semana, así que no tuvimos más remedio que olvidarnos de la jodienda y para sublimar el asunto centrarnos en el trabajo. Durante los próximos días fuimos realizando las fotografías en los exteriores que Alma había previamente seleccionado, tanto la climatología como las demás cosas que conlleva un trabajo de estas características se conjugaron y todo salió de puta madre. La situación en la que se encontraba mi picha facilito de alguna manera el que no volviera a tener ningún rollo más allá del de la simple amistad con Marianne posibilitando así el que no volviera a meterme en nuevos líos al menos en el tiempo que estuve en París. Cuando finalizo todo el trabajo, yo regrese a Madrid y Alma decidió darse unos días de vacaciones en Nueva York e intentar de paso solucionar algunos de los problemas que tenía con peña de allí. A los pocos días de estar en Madrid me ofreció Pablo irme con él  de corresponsal a las Baleares para cubrir  las vacaciones de los reyes en Palma de Mallorca así como los eventos que se organizan en torno a la visita real y la ya tradicional Copa del Rey o la no menos famosa Regata que organiza la firma relojera Breitling, pero en cualquier caso esto pertenece ya a otra etapa de mi vida que no entra de momento en estas peculiares anti memorias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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