EL INSOMNIO DE LOS PECES - AUTOR: JAVIER PARRA - EDICIONES MATRACA - SEVILLA - 2018 - CAPITULO II - BERLIN
EL INSOMNIO DE LOS PECES - AUTOR: JAVIER PARRA
CAPITULO II
BERLIN
Berlín –
París – Madrid: ida y vuelta
Durante mi estancia en Berlín me alojé en un
piso del popular barrio de Schöneberg que Nerea compartía con tres
sudamericanos y una francesa. Dos de los primeros eran peruanos que habían
llegado a Alemania como turistas y que una vez caducado el visado se habían
quedado de forma ilegal en el país. Los dos trabajaban en cualquier cosa que
les permitiera ir tirando e intentaban sacar pasta trapicheando con pequeñas
cantidades de hachís y tripis. El tercero era Sergio, un argentino licenciado
en medicina que estaba allí realizando la especialidad de ginecología a la vez
que aprendía el idioma; sus padres ambos médicos, ejercían en la ciudad de
Buenos Aires y se encargaban de sufragar sus gastos enviándole periódicamente una
más que generosa ayuda económica. La francesa, por su parte, era una estudiante
que estaba allí gracias a la ayuda de una beca del programa Erasmus para
realizar un master en imagen ya que pensaba dedicarse a la fotografía de moda.
Nerea, mi anfitriona, era hija única y estaba viviendo en Berlín desde la época
en la que se divorciaron sus padres seis años atrás, cuando ella apenas había
cumplido diecisiete años. Su padre era un prestigioso periodista del país vasco
que había emigrado a París descontento por el ambiente político que imperaba en
San Sebastián, ciudad en la que había desarrollado prácticamente toda su
carrera periodística hasta ese momento. En París conoció a la que en poco
tiempo se convertiría en su mujer y en la madre de Nerea: Jacqueline, una
reputada abogada criminalista que trabajaba en uno de los mejores bufetes de la
ciudad de la luz. A trancas y barrancas lograron sacar adelante un matrimonio
que desde el primer año dejó de funcionar al estar ambos más interesados por
sus respectivas carreras profesionales que por el matrimonio en sí. Quizás por
ello no era nada raro que Nerea contara que desde que tenía uso de razón solo
recordaba haber estado en manos de las niñeras que cuidaban de ella, siendo
realmente éstas las que habían ejercido el papel de madre con ella ya que su
madre solía pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa, en su despacho. Algo
parecido le había sucedido con la figura paterna, incluso más aún, ya que los
diez primeros años de su vida su padre se los había pasado viajando de París a
Bruselas, ciudad esta última en la que estaba destinado como corresponsal del
periódico para el que trabajaba. Actualmente vivía con su nueva pareja en la
ciudad de Marsella donde dirigía un prestigioso diario.
Probablemente, la decisión de no ir a vivir
con ninguno de los dos tras el divorcio se debió a esa falta de atención y
afecto, optando por trasladarse a Berlín con el pretexto de aprender alemán. En
cualquier caso, no tuvo que insistirles demasiado ni convencerles con absurdos
pretextos puesto que para ellos fue una liberación. El papel de padres no sólo
les venía inmensamente grande sino que además tener que dedicar su tiempo a
cuidar de una adolescente que apenas conocían representaba un gran obstáculo
para el desarrollo meteórico de sus respectivas carreras profesionales. La
decisión de Nerea fue acogida con inmensa alegría ya que a la vez que se
deshacían de una carga, lavaban sus conciencias al no haber partido la idea de
ellos, y para evitar cualquier tipo de culpabilidad acordaron enviarle una
asignación mensual bastante generosa.
Igualmente se impusieron como norma reunirse con ella al menos dos veces
al año, a ser posible en navidad y en el periodo vacacional de verano. En
alguna que otra ocasión uno u otro aparecía sorpresivamente en Berlín para
pasar uno o dos días con ella, consistiendo estas visitas básicamente en un
paseo de compras, la vía más fácil cuando no se tiene nada que hablar con una
persona que apenas se conoce. A veces, aunque en raras ocasiones, era Nerea quien
les visitaba en sus respectivos lugares de residencia para ver que tal les iba.
Tampoco en estas visitas la cosa funcionaba mejor, terminando siempre con el
socorrido recurso de las compras. Quizás por esta falta de convivencia familiar
Nerea mostraba ciertos desajustes en su personalidad, como el singular impulso
incontenible de robar ropa, comida o cualquier otra cosa que se le antojara a
pesar de disponer no sólo de una extraordinaria asignación mensual sino de
varias tarjetas de crédito, que le permitían acceder a una considerable suma de
dinero. También achacable a la carencia de afecto con la que había crecido era
su necesidad de follarse a cualquier tío que se cruzaba en su camino, lo que la
ponía en una situación de alto riesgo al poder contagiarse de cualquier
enfermedad de transmisión sexual, o al vivir situaciones tan dramáticas como la que me contó que le
había sucedido hacía un par de años atrás, cuando después de follar con un
marinero soviético éste le propinó una brutal paliza tras la cual le desgarró
el ano al introducirle la polla sin ningún tipo de lubrificación. De hecho,
estuvo después del incidente más de tres o cuatro meses en los que cada vez que
acudía al baño para evacuar veía las estrellas.
Al margen de estas anomalías de su comportamiento,
Nerea era una de las personas más generosas y hospitalarias que he conocido.
Para ella la amistad estaba por encima de cualquier otro valor, así que no me
resultó nada extraño que me hubiese reservado una habitación para mí solo, para
que pudiese estar en absoluta intimidad si así me apetecía, aparte de haber
comprado mogollón de cosas que sabía que me gustaban para desayunar tales como
cereales, quesos, embutidos y panes, además de un buen suministro de botellas
de Jack Daniel, café e incluso varios cartones de tabaco. Mientras me ayudaba a
colocar la poca ropa que traía en la mochila, le conté las cosas que me habían
sucedido y los motivos por los que había decidido llamarla para preguntarle si
podía pasar unos días en su piso de Berlín. Tras relatarle detenidamente el
trágico desenlace que había tenido mi historia con Ana, decidió que una buena
forma de empezar a tramitar el duelo era que nos marcháramos a comer a un buen
restaurante y posteriormente de compras.
-Te voy a regalar varias cosas y ya verás cómo
poco a poco te sube el estado de ánimo - me comentó Nerea entre risas.
Durante la comida estuvimos cambiando
impresiones sobre la situación política de nuestros respectivos países de
residencia, sobre películas que habíamos visto en los últimos tiempos, así como
de algunos autores de narrativa que nos apasionaban a ambos y de los que había
salido alguna que otra novedad como era el caso de Denis Johnson quien con su
novela “Los ángeles derrotados” nos tenía verdaderamente entusiasmados. Su fuerza
narrativa para describir con tanta crudeza a unos personajes tan patéticos como
a su vez tan maltratados por una sociedad que no acepta a
aquéllos que no quieren o no pueden estar dentro del sistema era, - y aún hoy
sigue siéndolo - demoledora. Después de comer y antes de iniciar el recorrido
por diferentes tiendas decidimos tomarnos un par de güisquis en uno de los
muchos lugares que estaban poniéndose de moda por esa época en el nuevo y
resurgido Berlín de la reunificación. Nerea me contó mientras saboreábamos
nuestros respectivos güisquis, que su madre estaba a punto de casarse
nuevamente. Al parecer había encontrado al amor de su vida en un viejo
compañero de trabajo del que nunca sospechó que pudiera enamorarse. Sin
embargo, un día que habían tenido que quedarse ambos a trabajar en un caso
hasta tarde, surgió inesperadamente algo entre ellos y a partir de entonces no
dejaron de tontear hasta que finalmente llegaron a la conclusión de que estaban
realmente enamorados el uno del otro. Lo más importante según Nerea, era que
por primera vez veía realmente feliz a su madre. En contrapartida, su padre
estaba a punto de separarse nuevamente; su última pareja no acababa de
acoplarse a su forma de vida y habían decidido dejarlo, así que mientras una
volvía a rehacer su vida el otro volvía a estar nuevamente solo.
Pagamos y nos fuimos a realizar las compras
acordadas. Primero me regaló un precioso anorak de color blanco con el que me
encapriché nada más verlo en el escaparate. Era una de esas prendas que aparte
de preservarte extraordinariamente del frío y de la lluvia tienen multitud de
bolsillos que tanta utilidad ofrece a la
gente que nos dedicamos a la prensa gráfica. Aprovechando que era una tienda
con franquicias de Armani y Calvin Klein me compró una buena provisión de
gayumbos, argumentándome que era la mejor fórmula para no tener que preocuparme
excesivamente por utilizar la lavadora. Finalmente me regaló unas buenas botas
para la climatología de Berlín, forradas de borreguillo por dentro, así como un
par de jerséis de lana gruesa. El último recorrido terapéutico de compras lo
hicimos para adquirir unos cuantos discos porque, según me dijo ella,
últimamente sólo escuchaba a Bob Marley o música tecno, y como sabía que yo
estaba en otra onda era necesario proveernos de material a mi gusto. Nos
metimos en una tienda y ella misma se encargó de realizar una selección en la
que entre otros estaban los Rolling Stones, la Velvet Underground, los Doors,
Leonard Cohen, Lou Reed, Patti Smith y Brian Eno, este último uno de mis
músicos favoritos al que tantas veces había escuchado en compañía de Alma y
Nerea, mientras nos fumábamos un relajante pitillo de marihuana. De camino al
piso, hicimos una última parada en una tienda de productos fotográficos donde
adquirí algunas películas y otras cosas que necesitaba para mis cámaras.
Aquella noche optamos por cenar en casa y
así, si nos apetecía, podíamos echar un buen polvete en un lugar cálido y
acogedor. Entre los dos preparamos una suculenta cena a base de ahumados, patés,
quesos y una buena ensalada al más puro estilo alemán, acompañado todo ello de
abundantes birras. Durante la cena Nerea me pidió que le diese mi punto de
vista sobre las causas por las que Ana se metió en el mundo de la heroína. El
motivo de su interés era que Alma había mencionado a Ana en varias de las
cartas que le había escrito, y por eso había decidido acudir a Madrid para
pasar unos días con Alma y conmigo para poder de esta forma conocer a Ana, cosa
que había impedido el trágico final de ésta. Le dije que en mi opinión, Ana al
igual que Alma buscaba consciente o inconscientemente su autodestrucción, lo
cual finalmente había conseguido. Ante mi respuesta Nerea se puso algo
nerviosa. No estaba en absoluto de acuerdo con lo que yo le había dicho, así me
lo transmitió en un tono agresivo y vehemente. Según ella era todo un complot
de la sociedad en contra de los jóvenes, ya que ella no creía que ni Alma ni
Ana deseasen la muerte. Enseguida me percaté de que no soportaba la idea de que
personas tan jóvenes se hubieran cansado de vivir, así que cambié el tema de la
conversación para no hundir más el dedo en la llaga. Le hice ver que estaba muy
interesado en probar la farlopa que me había comentado por teléfono, la que le
había traído un amigo directamente de Colombia. Por suerte, como ya estábamos
algo cargados de alcohol, no percibió el cambio de rumbo de la conversación y
se levantó de inmediato para traer la coca y preparar unas rayas. Evidentemente
era coca de la buena, nada más esnifarla me di cuenta de que tenía una pureza
prácticamente del cien por cien porque rápidamente me dejó adormecida la
mandíbula a la vez que noté como una especie de coz en la cabeza y un subidón
de la hostia. El caso es, que de inmediato, sentí la necesidad de empezar a desnudarla
y ponerme a disfrutar de su cuerpo. Al desnudarla vi que estaba mucho más
delgada que la última vez que habíamos estado juntos. Cuando le pregunté sobre
ello simplemente me dijo que se debía a un cambio en la dieta, ya que había
cambiado las hamburguesas, pizzas y demás comida basura por verdura, pescado y
mucha fruta, de hecho la cena que habíamos preparado había sido algo
extraordinario, como homenaje a mi llegada y al día siguiente volvería de nuevo
a su menú habitual. Desde luego su bellísima figura demostraba que estaba
pasando por uno de sus mejores momentos. Quizás lo más hermoso de ella, aparte
de sus azulados y felinos ojos era su trasero, respingón y extraordinariamente
proporcionado con el resto de su cuerpo. A día de hoy no he encontrado un culo
más erótico que el suyo. El pelo lo llevaba bastante más largo de lo habitual,
prácticamente le llegaba a los hombros, y se lo había teñido en un intenso
negro que ocultaba su auténtico color rubio, dándole un aire exótico y sensual
debido al contraste con su blanca piel. Tras una larga y minuciosa inspección
visual, comencé a acariciar su cuerpo y a oler cada rincón de su piel.
Normalmente utilizaba para el aseo corporal productos Calvin Klein, cuyo aroma
me vuelve loco. Poco a poco fui focalizando mis caricias en la zona del pubis.
Suavemente le introduje la lengua en el coño y le mordisqueé delicadamente el
clítoris. En pocos minutos se corrió abundantemente en mi boca mientras su
cuerpo se arqueaba y convulsionaba rítmicamente durante el prolongado orgasmo
que tuvo. Cuando me disponía a cambiar de postura observé que aún seguía
excitada, así que volví a lamer su coñito incluyendo esta vez a su zonal anal,
consiguiendo que tuviera un orgasmo de la hostia. Fue tan abundante y copioso
que le chorreaba el líquido por las piernas. Hicimos un ligero descanso para
fumarnos un canuto, tomar unos tragos y meternos un par de rayas de la
excelente coca colombiana que tan buena estaba resultando. En esta segunda
ocasión fue Nerea la que tomó la iniciativa acariciando durante un prolongado
rato todo mi cuerpo eludiendo expresamente las zonas calientes, es decir sin ni
siguiera rozar mi polla ni mis testículos. Cuando hubo conseguido excitarme a
lo bestia, empezó a lamerme el glande suavemente, además de los testículos y el
ojete. Cuando vio que me corría se introdujo mi polla en su boca tragándose
hasta la última gota de mi semen. De nuevo hicimos un alto para volver a
echarnos unos tragos y fumarnos un par de canutos, y de nuevo pasamos a la
acción ya que estábamos tan excitados como al principio. Esta vez nos fuimos
directamente al juego de meterla y sacarla
sino a disfrutar de introducir mi polla
en su coñito y darle caña durante un buen rato, tiempo en el que Nerea se
corrió un par de veces mientras que yo me reservé para disfrutar de su hermoso
culito, cosa que hice untándome en la picha crema de cacahuete para poder
penetrarla sin causarle el más mínimo dolor. Después de una buena follada a su
culo conseguí correrme a la vez que ella, consiguiendo ambos unificar por unos
breves instantes nuestros respectivos espasmos eyaculatorios, fue una gozada de
jodienda. Nos quedamos tan relajados que ni siquiera pude marcharme a mi
dormitorio, así que me quedé profundamente dormido al lado de Nerea.
Posiblemente el excelente recibimiento que me
había dispensado Nerea, aparte del cambio de país, hizo que me despertara con
un optimismo y unas ganas de vivir que hacía tiempo que no sentía. Fui a mear y
después preparé un suculento desayuno mientras escuchaba en el equipo de música
a Lou Reed cantando Pale Blue Eyes, Sweet Jane, Walk On The Wild Side y por
supuesto la más apropiada para el lugar: Berlín, una hermosa y a la vez triste
canción. En poco tiempo había preparado unas hermosas tostadas de pan negro con
emmental fundido, un par de huevos fritos, varias salchichas blancas y un litro
de zumo natural de naranjas que debo confesar me costó bastante conseguir al
tener que luchar con los mandos del encendido de un puto robot ergonómico que
precisamente de ergonómico tenía muy poco. A diferencia del puto robot con la
cafetera no tuve el más mínimo problema y en pocos minutos tuve listo un
excelente café a mi gusto, es decir, ni muy cargado ni tan flojo como el que
preparan los soplapollas de los norteamericanos. Desayuné tranquilamente en la
cocina, dejé que transcurriera algo más de tiempo hasta decidirme a despertar a
Nerea. Como no tenía ninguna flor a mano, improvisé una con varias hojas de
marihuana que encontré en una bolsa en la cocina. Prepare un tazón de café con
leche, un pan con queso fundido, un vaso de zumo y unos cereales, los coloqué
en una bandeja y la puse sobre la
mesilla de noche del dormitorio de Nerea. Me acerqué a su cama y le susurré al
oído que quería que se repusiera para poder echar otro polvete. Lentamente pero esbozando una bonita sonrisa abrió los ojos
mientras se desperezaba estirando los brazos y las piernas, después se sentó en
la cama y empezó a descojonarse de risa cuando vio en la bandeja del desayuno
la flor de maría. ---Esto sólo se le ocurre a un pirado tan cachondo como tú…
Mientras Nerea
desayunaba aproveche para cagar, afeitarme y ducharme. Mientras estaba
secándome después de la ducha apareció por el baño Catherine, la joven
estudiante francesa que compartía el piso con Nerea y los otros tipos. Debió
entrar sigilosamente porqué me percate de su presencia ya estaba sentada en el inodoro meando y al
parecer sin haberse dado la menor cuenta de que yo estaba
secándome en la bañera. Se dio cuenta de mi presencia cuando fijo su vista en
mi visible erección mañanera que sobresalía como un dedo acusador entre los
pliegues de la toalla, tras unos instantes de titubeo ambos nos sonreímos y la
salude disculpándome por la extraña forma en la que nos habíamos conocido.
Burlonamente y sin cortarse un pelo me dijo que no siempre se tiene la
oportunidad de conocer a un tío primero por la polla antes que por la cara
descojonándose mientras me lo decía. Después de esto se desentendió
aparentemente de mi presencia y continuo sentada en el inodoro mientras terminaba
de mear y yo seguía secándome aunque sin poder dejar de observarla por el
rabillo del ojo. Cuando termino de mear cogió un
trozo de papel higiénico con el que se limpió el coñito instante este que me
permitió observar disimuladamente la abundancia de vello que tenía en él. Se levantó
y se dirigió a un armario del que cogió un recambio de papel higiénico para
reponer el que se había acabado al usar ella el último trozo. El soporte del
papel estaba lo suficientemente bajo para que Catherine no tuviera más remedio
que inclinarse un poco para coger el pivote sobre el que se colocaba el rollo,
dando lugar esto a que al no llevar bragas pudiera observar “casualmente” su
hermoso culito y parte de su velludo coñito. Sin dudarlo mucho y arriesgándome
a que pudiera montarme un pollo me acerque sigilosamente por detrás e introduje
mi mano por aquella sugerente y atrayente selva peluda, comprobando que no sólo
no oponía ninguna resistencia sino que arqueaba las piernas y se inclinaba más
como proponiéndome que le enchufara la polla, cosa que no dude en hacer nada
más comprobar que tenía el coñito más húmedo que un pantano. La incline un poco
más haciendo que apoyara las manos sobre la cisterna y la penetre hasta el
fondo mientras le metía la mano por debajo de la camiseta para sobarle los
generosos y abundantes pechos que tenía mientras bombeaba dentro de su cálido
agujero, nos corrimos casi al unísono entre gemidos de placer sin darnos
cuenta que había entrado en el cuarto de baño Nerea. Fue al darme la vuelta para
coger la toalla y limpiarme la picha cuando vi a Nerea apoyada en el quicio de
la puerta sonriéndome burlonamente mientras sostenía en su mano la taza de
café. En un principio pensé
que podría montarse algún pollo pero para mi sorpresa las chicas se saludaron como
si tal cosa y todo quedo en el comentario irónico que Nerea le soltó a
Catherine: --Qué puton eres francesita, no desaprovechas ninguna ocasión de
meterte una polla, mira que estas salida siempre joder… Catherine ni se molestó
en responderle, simplemente se quitó la camiseta y se metió en la ducha
conmigo. Mientras Nerea aprovecho para mear y terminar de tomarse su café.
Durante el tiempo que permanecí en Berlín
tuve la oportunidad de volver a follar con Catherine en diferentes ocasiones ya
que ella estaba siempre dispuesta a meterse una picha en su jugoso coñito. De
hecho era una de esas tías que nunca decía que no, incluso hasta con los
dolores típicos de la menstruación se negaba a rechazar la propuesta de un
polvete.
Dos o tres días después de mí llegada a
Berlín empecé a sentirme presa de una gran depresión. Pase varios días en los
que no me apetecía ni siquiera salir de mi habitación, de hecho sólo salía para
ir al baño o coger algún yogur o zumos. El triste y dramático final de Ana
volvía una y otra vez a mi mente, culpabilizándome de alguna manera por no
haber hecho nada por tratar de ayudarla. El caso es que estaba pasando una
crisis tan profunda que todo me daba absolutamente igual, no encontraba nada
que pudiera ilusionarme ni tampoco algo que pudiera explicarme lo absurdo que
resultaba encontrarle una explicación al sentido de la vida. Todo me parecía
carente de contenido, estaba hasta los cojones del alcohol, las drogas e
incluso el sexo empezaba a aburrirme, nada parecía tener sentido salvo el
análisis de ser consciente de estar llevando una vida vacía sin proyectos,
objetivos o cualquier otra cosa que diera sentido a mi existencia. Había estado
compartiendo mi vida con parejas a las que solo me había unido la rutina y la
desidia, engañándome a mí mismo las más de las veces pensando que realmente
teníamos un proyecto común o al menos una base afectiva cuando en realidad lo
único que había era o unos hijos de por medio o un enganche patológico. En
otros casos ni siquiera esto, simplemente lo que había era sexo, alcohol,
drogas y una necesidad de llenar los vacíos afectivos con alguien, con quién
era lo de menos. Las relaciones de amistad tampoco me ilusionaban mucho que
digamos, salvo raras excepciones la mayoría de las veces descubres que la gente
que crees que son tus amigos solo están a tu lado mientras les estas
proporcionando alguna cosa, en el momento en el que eres tú el que demandas
algo desaparecen de tu vida como por arte de magia. ¿Creen que estoy
equivocado? Prueben a ver el tiempo que tarda en dejar de sonar el teléfono el
día que le comuniquen a sus “amigos” o “amigas” que han decidido dejar el
alcohol, las drogas o simplemente dejar de salir a los restaurantes de moda,
los cines o las discos para buscar algo más que hacer el gilipollas noche tras
noche. ¿Estoy acaso equivocado queridísima Marisol, Nuria, Begoña, Conchita…José,
Pedro, José Luis, Amando y tantos otros entrañables amigos y amigas que decíais
a todo aquel que quisiera escucharos lo mucho que me apreciabais y queríais, ya
y una mierda. Por mi parte os pueden dar por culo a todos, a estas alturas del
curso al que realmente le importa una mierda lo que os pueda ocurrir a vosotros,
es a mí. No se engañe querido y amadísimo lector, que no pretendo en lo más
mínimo moralizar nada ni a nadie. Tampoco pretendo justificar nada de lo que he
hecho, todo lo que he vivido bueno o malo es parte de mi vida y por lo tanto
estoy plenamente orgulloso de ello. Los errores que he podido cometer son una
parte tan mía como la de los aciertos que haya podido tener y nadie tiene la
facultad ni el derecho de juzgar si lo que hace otro semejante está bien o mal,
así que cada cual aguante su vela y que disfrute con lo bueno y que se regodee
con lo que hace mal, si eso es lo que le proporciona placer. El caso es que mi
voluntario retiro en Berlín sirvió al menos para que me diera cuenta de lo
gilipollas y soplapollas que era, solo me faltaba una cosa y era poner un poco
de orden en mi vida. Tenía que elaborarme un proyecto de vida que incluyera una
meta precisa y sobre todo encontrar a alguien que realmente quisiera compartir
conmigo algo más que unos hijos, unas patologías o las drogas y el alcohol. La
verdad es que no eran unos deberes sencillos los que me puse a mí mismo, tenía
una dura y ardua tarea por delante, de hecho tendrían aún que pasar varios años
hasta que conseguí encauzar mi vida y encontrar a la persona que siempre estuve
inconscientemente buscando.
La primera pista para salir de mi encierro y
de mi depresión vino a través de una carta que me envió Alma. Tras varios días
en los que sistemáticamente me negaba a salir o a escuchar cualquier propuesta
de dialogo para cambiar mi actitud, salvo la que no fuera la de aceptar más
alcohol o drogas, un día recibí un paquete que me remitía Alma en el que aparte
de enviarme una carta me incluía un disco de los Rolling Stones con una
recomendación para que escuchara la canción “You can´t always get what you
want” y prestara sobre todo mucha atención al siguiente fragmento: “…no puedes
tener siempre lo que quieres / pero si lo intentas a veces / tienes que luchar
/ y conseguirás lo que necesitas…/ y él solamente me dijo una palabra, que fue:
“muerto” no puedes tener siempre lo que quieres / …tienes que luchar / y
conseguirás lo que necesitas…
Hola julay:
Espero que cuando recibas mi carta te
encuentres algo mejor y que ya estés saliendo de tu encierro. Sé que los
cuidados y las atenciones de Nerea terminaran por obrar el milagro. Además me
consta que tú eres más duro de lo que quieres hacernos creer ¿o me equivoco
Adolfito?
Ayer me confirmaron que por fin aceptaban el
presupuesto que presente para la campaña de moda, así que ya sabes, si te
apetece puedes contar con el curro. Precisamente hoy me marcho a París para
seleccionar los exteriores y ultimar los detalles del alojamiento para el
equipo, así como para realizar el casting de las modelos.
Bueno volviendo al asunto ¿qué tal te
encuentras? ¿Has logrado desconectar del asunto? Por cierto el otro día estuve
cenando con Lula y me dijo que cuando te escribiera que te mandase un par de
besos de su parte. También he estado con los miembros del grupo de Ana, ya han
encontrado una sustituta (normal, ya sabes que a rey muerto, rey puesto. La
vida tiene que continuar y nadie es imprescindible) y según me comentaron
lanzaran el disco dentro de unos meses. Me comentaron que quieren que sea algo así como un homenaje
a la memoria de Ana No sé, quiero creer que será verdad y no un acto de
hipocresía como es habitual en estos casos. Les daré mi voto de confianza hasta
que vea el disco en la calle ¿tú qué opinas?
En
lo que se refiere a mi persona, voy tirando que no es poco. El único problema
es que cada día que pasa empiezo a sentir que voy estando más lucida y por
tanto dándome cuenta de la mierda que es esta puta vida (tu ni puto caso de
este comentario, vale). El jueves pasado estuvimos en el juzgado Javier y yo
para firmar nuestro divorcio, así que ya vuelvo a ser una “joven” soltera. Por
cierto ahora que vuelvo a ser soltera quizás acepte una propuesta que me ha
hecho una cadena de televisión australiana para currar como productora. ¿Qué te
parece tío, tu aceptarías?, y no vayas a contestarme con la típica respuesta
psicoanalítica de que si acepto es porqué quiero huir. Te pido tu opinión en
serio, porqué estoy valorando esta opción como salida para salir de la mierda
en la que estoy metida. ¿Tú ya comprendes a que me refiero? Bueno pringado no
quiero darte más la brasa así que espero que cuando recibas esta carta estés
recuperado y vuelvas a ser el de siempre, pues aunque la vida nos dé un palo de
vez en cuando aún nos quedan muchas asignaturas pendientes por vivir ¿no
crees?.
Un mogollón de besos. Te quiere por siempre,
Alma
P.D. Espero y deseo que te anime el disco de
los Stones, pues mucho me temo que tú estarás enganchado a la puta Velvet y no
creo que sea la mejor música para elevarte el ánimo ¿o me equivoco? Con el
talón que te envió diviértete y sóplate alguna birra a mi salud…. Más besos.
En parte la carta de Alma contribuyo a que
reconsiderara las cosas, entre líneas entendí perfectamente su mensaje. Era
obvio que me había encerrado en querer encontrar una razón lógica a la muerte
de Ana, cuando en realidad no existía ninguna. Tenía que admitir la realidad y
ser consecuente con mis propias ideas, y ello implicaba entre otras cosas
aceptar y admitir que todo tiene un principio y un final. Por mucho que echara
de menos a Ana la realidad es que tenía
que aceptar que esta se había ido de nuestras vidas para siempre, todo lo demás
eran pajotes mentales y gilipolleces para no admitir mi inmadurez ante la
desaparición de un ser querido. Alma tenía razón en al menos una cosa, tenía
que cobrar el talón que tan generosamente me había enviado y salir al exterior
para no solo beberme una birra a su salud, sino a quemar de alguna manera
Berlín aunque sólo fuera en homenaje a Ana. También me fue muy positivo
analizar la letra de la canción que me sugería Alma, la puta canción me pego
duro, sobre todo cuando añadí a la frase “…no puedes tener siempre lo que
quieres… “si al menos no lo intentas. Así que después de escuchar muchas veces
la canción, vomitar otras tantas y llorar hasta quedarme sin lágrimas decidí
salir al baño, ducharme, afeitarme y largarme a cobrar el talón. Antes de salir
a la calle escribí una nota para Nerea en la que le explicaba que iba a
realizar algunas gestiones en la calle y que si le apetecía podíamos quedar
para cenar en Zur Letzten Instanz un codillo, yo la estaría allí sobre las
siete, si no podía ya lo haríamos otro día.
En el banco al que acudí para hacer efectivo
el talón tuve la suerte de que me atendiera una pava que hablaba bastante
español, ya que según me conto pasaba largas temporadas de vacaciones en Palma
de Mallorca donde sus padres ya jubilados tenían un apartamento. Se enrollo
conmigo a charlar soltándome los típicos tópicos sobre España, el sol, los
toros, la comida y demás gilipolleces que suelen atribuirnos a los hispanos, el
caso es que como la tía no paraba de decirme chorradas decidí cortar por lo
sano y le solté a lo bestia que por qué no dejaba de decirme gilipolleses y que
mejor quedábamos para comer y después echar un buen polvete. Al principio o no
me entendió o se quedó tan sorprendida que empezó a balbucear nerviosamente que
no sabía que quería decirle yo, llego incluso a sugerirme que por favor le
hablara más despacio. Volví a repetírselo más lentamente y añadí además que
estaba buenísima. Estoy seguro que la tía me había entendido perfectamente la
primera vez, pero en cualquier caso lo importante es que en esta segunda ocasión
empezó a reírse y entre sorprendida y halagada me dijo que aceptaba mi
invitación para comer añadiendo que lo
otro ya veremos, ¿vas muy rápido no?.
A las doce treinta la recogí en la puerta del
banco, me comento que había pedido un par de horas libres para estar conmigo. Decidí
sobre la marcha que podíamos comer en una kneipe unas bockwürste con ensaladas
y así tendríamos más tiempo para darnos un paseo por el parque que se
encontraba a pocos minutos de donde estábamos. Este parque en verano es el lugar
preferido por los berlineses para tomar el sol, pero en invierno solo lo
frecuentan ocasionales paseantes por lo que es un lugar idóneo en esta época
del año para meterle mano a una tía y echar un polvete si viene al caso.
Después de comer fuimos dando un agradable paseo hasta el parque, allí tras una
ojeada localizamos un lugar en el que encontramos un banco alejado de miradas
indiscretas, así que decidimos que era el sitio adecuado para meternos mano.
Sin muchos preámbulos la tía se subió un poco la falda y se quitó las bragas,
después se agacho y se puso a mear mientras me señalaba la bragueta y me decía
que me sacara la polla. Opte por agacharme y ponerme detrás de ella para
frotarle la picha en el culo mientras meaba al mismo tiempo que le sobaba el
coño y disfrutaba del cálido calorcillo que emanaba de su pis. Se puso tan
cachonda que simplemente se inclinó un poco apoyando las manos en el césped
para que se la metiera por detrás. Tenía el vello del coñito pelirrojo y muy
abundante, tan abundante que me equivoque y empecé a metérsela por el culo pues
entre tanto vello y lo salido que yo estaba no atinaba a encontrar el agujero
más habitual. El caso es que como la tía estaba tan salida como yo no pareció importare
mucho el lugar por el que se la metiera con tal de tener algo dentro y ella
misma empezó a apretar para que le entrara a tope. Estuvimos bombeando un largo
rato durante el que note que la pava se corrió dos veces al menos mientras yo
la masturbaba sobándole el clítoris, finalmente volvió a correrse cuando noto
que yo le echaba mi chorro caliente dentro de su ojete. Cuando vio que yo iba a
echar una meada después del polvete me pidió que lo hiciera sobre su coño, así
que se inclinó poniendo la espalda en el respaldo del banco y se separó con las
manos los labios para que yo pudiera hacerlo echándole el chorro dentro. Debía
ser algo que la ponía a tope porqué no solamente gemía como una posesa mientras
la orinaba sino que además cuando yo acabe siguió ella frotándose el clítoris
hasta alcanzar un orgasmo que la dejo como ida durante unos minutos. Acabado el
asunto se recompuso la falda y me ofreció como recuerdo sus bragas –según ella
para que no me olvidara nunca de aquel polvo--, después se limpió el culo con
varios kleenex mientras yo hacía lo mismo con mi polla. La acompañe hasta la
puerta del banco y le prometí que antes de regresar a Madrid volvería a quedar
con ella para repetir con más tranquilidad el polvete, me dio su teléfono para
que pudiera llamarla a su casa.
Con puntualidad alemana apareció Nerea por el
restaurante. Venía de arreglar sus papeles de residencia y de pagar una multa
que tenía pendiente en la comisaría de policía por haber insultado a una agente
durante una manifestación antinuclear. Cenamos tranquilamente mientras le comentaba
la carta de Alma y las razones por las que había decidido salir de mi
voluntario encierro. Tres veces al menos fuimos al baño para meternos unas
rayas de farlopa, fue precisamente al salir la última vez del baño cuando Nerea
me propuso que por qué no acudíamos al Capri a tomarnos unas copas, --es un
sitio de puta madre, te va a gustar el ambiente que tiene –me dijo. Me pareció
una idea genial y acepte de inmediato así que pague y nos fuimos dando un paseo
ya que el antro se encontraba a una media hora caminando del lugar en el que
estábamos. No sé si fue el efecto de todas las birras que consumí durante la
cena o el cuelgue que ya empezaba a tener de coca y de hachís pero lo cierto es
que según iba paseando con Nerea me pegue una leche de la hostia con una puta
señal de tráfico que había en la mitad de la acera por la que caminábamos. Me
abrí una brecha del copón en la parte superior de la frente, menos mal que
salvo la conmoción inicial y el susto que siempre ocasiona ver la abundante
sangre que mana de este tipo de heridas no tuvo mayores consecuencias que un
chichón que me duro varios días. No mentía Nerea cuando me explico que el Capri
era un antro sórdido y tenebroso, su escasa iluminación te impedía al entrar
ver con nitidez no solo la decoración sino a sus parroquianos. El caso es que
cuando tus ojos se acostumbraban a la oscuridad
descubrías el careto de una peña que posiblemente de haber habido una
luz lo suficientemente buena para verlos antes de pasar al interior no hubieras
entrado jamás en aquel lugar. La mayoría eran tíos y tías de esos que cuando
los ves por la calle te cambias inmediatamente de acera por temor a cruzarte
con ellos. Lo que no lograba atenuar la escasa iluminación era el fuerte olor a
meados, sudor y en definitiva humanidad que imperaba en aquel tugurio que por
otro lado estaba a tope de personal. Después de intentar en varias ocasiones
que un pavo nos sirviera unas birras en la barra pudimos conseguirlo, así que
jarra en mano fuimos en busca de algún lugar en el que sentar nuestros
maltrechos esqueletos, al fondo del local y cerca de los meódromos encontramos
un par de sitios en una mesa que ocupaba una animada peña que estaban pasándose
varios canutos de hachís, allí nos sentamos –en lugares como Alemania es
absolutamente normal compartir las mesas entre desconocidos-En mi caso antes de
sentarme definitivamente decidí acudir al meódromo para evacuar algunas de las
birras que llevaba en la vejiga y hacer un poco de sitio a las nuevas que sin
dudas irían cayendo a lo largo de la noche. En el de tíos me fue imposible
intentar mear ya que aparte de un olor hediondo e infernal estaban llenos a
rebosar de mierda, incluso los de pie estaban llenos de cagadas, así que decide
acudir al de tías pensando que tal vez estos estuvieran algo más decentes. Oler
olían igual de pútridamente pero al menos uno o dos de ellos estaban en uso por
lo que pude evacuar toda la puta cerveza que amenazaba con salirme por la boca
si no la expulsaba antes por el orificio para tal menester. Al salir me encontré
a una tía potando en uno de los lavabos, mientras otra en el aseo de al lado
del que yo había usado estaba cagando, meando y echando la pota al mismo
tiempo. En la escalera de acceso a la parte en la que estaban las mesas y la
barra estaba una chica de unos quince años metiéndose un pico de heroína en el
brazo.
Cuando llegue a la mesa Nerea ya había
entablado una animada conversación con la peña que estaba sentada a nuestro
lado, de hecho la encontré fumándose un enorme canuto que le había pasado uno de
los mendas y que me tendió para que diera una calada nada más verme aparecer.
Un rato después empecé a sentirme tan pedo que ni siquiera me di cuenta de que
uno de los tíos le estaba metiendo mano descaradamente a Nerea si no es porqué
en un momento dado esta me dio sus bragas diciéndome que se las guardara en mi
bolsa, fue entonces cuando me percaté de que no solo este le había bajado las
bragas sino que le estaba metiendo los dedos por el coño aparte de tener la
polla fuera de la bragueta. Estaba intentando definir si lo que veían mis ojos
era real o producto del cuelgue cuando empecé a notar que alguien me estaba
bajando la cremallera de la bragueta. Cuando quise reaccionar tenía a una pava sobándome
la picha y susurrándome cosas al oído que no entendía nada ya que se expresaba
en alemán y yo no pillaba de este idioma ni media. En un momento dado la tía me
cogió de la mano y sin preocuparse de volver a meterme la polla dentro tiro de mí
en dirección a los meódromos, allí mientras saltábamos por encima de una tía
que estaba tumbada entre meados y vómitos en el suelo me metió en uno de los cubículos
donde preparo sobre la base de la cisterna un par de consistentes rayas de
farlopa invitándome a que me esnifara una de ellas. Después se agacho y empezó
a realizarme una frenética mamada durante la cual debió incluso de
morderme porque al día siguiente encontré
que tenía las marcas de sus dientes en la polla y restos de sangre en los gayumbos. Después de tragarse
mi semen la tía empezó por señas a indicarme que yo le comiera el coño a ella,
cosa que me negué en absoluto a realizar ante el pelaje de furcia que esta
tenía así que le indique también con señas que no la entendía intentando
hacerme el loco, al final la tía opto por que le metiera la polla en el coño y
marcarse una follada, cosa esta que acepte como mal menor para salir al paso
del asunto lo antes posible. Tarde bastante en conseguir correrme pues aparte
de que estaba puesto a tope de todo la tía tampoco colaboraba mucho en el
asunto ni siquiera se molestaba en moverse solo se pellizcaba de vez en cuando
los pezones a través de la camiseta que llevaba puesta. Cuando finalmente lo
logre, deje a la pava limpiándose y yo
me pire echando hostias hacía arriba para coger a Nerea y largarme de aquel
antro. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegue a la mesa ya que toda la peña
había volado, no había ni rastro de ellos ni de Nerea, así que decidí largarme
rápidamente a la calle antes de que subiera la pava con la que había estado
follando. Me fui dando un paseo para despejarme un poco hasta la parada del búho
nocturno y regresar al piso.
Durante varios días me dedique a visitar los
típicos lugares de compras. Acompañado de Nerea que aprovecho para pillar
algunos días de vacaciones nos fuimos por las zonas del Kurfürstendamm paraíso
del consumismo más desmadrado, visitando los almacenes Wertheim o KaDeWe entre
otros muchos. También acudimos a visitar la gran avenida comercial de
Wilmersdorfer StraBe en Charlottenburg y la Alexanderplatz en la zona Este. De
todos los lugares que visite uno de los que más me gusto fue la zona donde
podías encontrar cosas de segunda mano, había ropas y accesorios hasta de los
años cuarenta pasando por toda la parafernalia de los punkies, rocker o
góticos, e incluso encontré antiguos uniformes de los militares de los
denominados en su momento países del este. Las gangas estaban esperándote en
lugares como Schöneberg (GolzstraBe) o Kreuzberg (BergmannstraBe) o
Charlotenburg en la SuareztraBe y sus demás calles contiguas. También para los
amantes de la música –una de mis pasiones favoritas—les recomiendo pasarse por
la indispensable Bote & Bock situada en la Europa-Center. Indispensable
también es visitar Savignyplatz donde seguro encontraremos alguna rareza de
cualquier parte del mundo. En cuanto a librerías se refiere recomiendo no
eludir bajo ningún pretexto dar un paseo desde la KantstraBe hasta
Savignyplatz, calles donde los buenos amantes de los libros encontraran todo
tipo de golosinas apetecibles. También es muy recomendable cuando se visita
Berlín realizar una visita por mercadillos como el de la avenida SraBe der 17
Juni, situado en el Tiergarten lugar donde los fines de semana se organiza un auténtico
bazar donde puedes encontrar de todo. Menos profesionalizado y quizás más auténtico
es el de la Arkonaplatz en Prenzlauer Berg, lugar este donde puedes encontrar
las cosas más insólitas y singulares que te puedas imaginar. Precisamente en
este último mercadillo conseguí tras varios regateos con un turco una
extraordinaria Leica de 1925 idéntica a las que utilizaba Robert Capa para sus
reportajes de fotoperiodismo. Regateando también conseguí que otro turco me
vendiera a muy buen precio una Nikon F de las usadas durante la guerra en Vietnam
y que era uno de los modelos preferidos por los reporteros de la época. Ambas
cámaras estaban en perfecto estado de conservación y podían utilizarse con toda
garantía, un auténtico chollo que lamentablemente no pude disfrutar porqué
aquella misma tarde me las “levantaron” cuando acudí a visitar una comuna de
okupas amigos de Nerea.
La comuna que fuimos a visitar estaba formada
en su inmensa mayoría por chavales que habían militado en alguna de las
diversas asociaciones que tenía Herri Batasuna por el País Vasco, todos ellos
eran chicos que habían huido a Berlín para eludir la acción de la justicia
española por haber participado en altercados de orden público. Mezclados con
estos había también una fauna más problemática ya que se trataba de simples yonkis o habituales de vivir de lo ajeno –alguno de estos
fue el que me levanto las cámaras--, así como algunos otros que simplemente
estaban de paso y que aprovechaban el lugar para pasar unos días, el caso es
que entre todos formaban una curiosa y singular fauna. La idea de visitar a
estos pavos surgió de Nerea que llevaba varios días intentando convencerme para
que colaborara con ella en un reportaje que le había encargado una revista
alemana sobre los jóvenes españoles que estaban en Berlín. Nerea intentaba
desde que llegue a Berlín convencerme para que yo realizara las fotos, así que
aprovecho la ocasión de que yo hubiera comprado las cámaras antiguas para
convencerme diciéndome que así podía estrenarlas en este reportaje y comprobar
si funcionaban correctamente. El caso es, que no tuve más remedio que acceder y
dejarme convencer por lo que después de dejar en el piso todas las cosas que
habíamos comprado nos fuimos a visitar a esta peña con la intención de pasar
con ellos al menos un par de días y así tener oportunidad de realizar buenas
fotos. Por suerte para mí decidí en el último momento llevar además de las
viejas cámaras que había comprado una Nikon F90X por si acaso me fallaba alguna
de las otras, hecho este que salvo la situación y que me permitió realizar las
fotos cuando me levantaron las viejas. La cosa sucedió por pecar por mi parte
de excesiva ingenuidad otorgándole a aquella peña cierta confianza, ya que no
se me ocurrió otra gilipollez que la de dejar mi mochila con las dos cámaras,
la pasta y alguna que otra cosa en la habitación que nos dejaron para dormir y
largarme solo con la F90X al otro extremo de la casa para fotografiar a un
grupo de ellos. Debí ser lo suficientemente precavido como para no fiarme de
unos pavos que eran capaces de vender a su madre por pillar algo de pasta, el
caso es que no tuve oportunidad de disfrutar ni un poquito de mi adquisición.
Volviendo al asunto que importa, la comuna estaba instalada en un viejo
edificio de pisos abandonados de lo que en su tiempo fueron viviendas
construidas por las autoridades de la extinguida RDA para sus ciudadanos. Así
que es fácil imaginarse que aparte de ser feas de cojones tenían el mínimo de
confort, de hecho hasta los meódromos estaban situados en el exterior de los
pisos y consistían en un cagadero y una ducha que tenían que utilizar todos los
ocupantes de cada planta ---en su día ocho apartamentos por planta---. Por
suerte las autoridades del nuevo estado reunificado tras la caída del muro les
habían dejado conectada la luz y el agua por lo que al menos podían disfrutar
de estos dos bienes tan necesarios hoy en día, aunque en honor a la verdad el
agua la usaban poco –al menos para el aseo personal--. El funcionamiento de la
comuna era básico y sencillo, cada uno aportaba lo que podía, ya fuera en forma
de pasta, o artículos comprados o robados. En este último aspecto eran auténticos
profesionales ya que según pude observar había algunos pavos que tenían hasta
adaptado los abrigos o las gabardinas con numerosos bolsillos interiores para
ocultar lo que mangaban en los comercios de la zona. Uno de los días fui
testigo de cómo una de las chicas extraía de sus bolsillos cuatro latas de
sardinas, tres botes de salchichas, seis paquetes de mortadela, queso y salami
en lonchas, dos botellas de vino, un paquete de pan negro y varias chocolatinas
y chicles conseguidos todo ello de una sola tacada. Obviamente eran auténticos
expertos en el camuflaje de lo que robaban en los supermercados pues ocultar y
disimular todos estos artículos no me negaran ustedes que es un auténtico arte
de la prestidigitación.
Al día siguiente de estar allí durante la
sesión de fotos que le estaba haciendo a una de las chicas termine enrollándome
con ella. Era de Logroño y al parecer por lo que me conto estaba allí porqué se
había largado de España acompañando a su chico que tuvo que salir por patas
para que no le detuvieran tras haberle lanzado un coctel molotov a unos
antidisturbios en Bilbao durante su participación en una manifestación en apoyo
a las Gestoras pro amnistía de los presos de la ETA. El caso es que la muy
pánfila decidió abandonar familia, estudios y demás comodidades para seguir al
soplapollas de su colega hasta Berlín, encontrándose que a los pocos días el
julay la dejaba abandonada a su suerte y él se piraba a la India con una hippie
inglesa que estaba de paso por la comuna. No tuvo más remedio que sobrevivir al
infortunio y buscarse la vida, así que a los pocos días era una experta en el
arte de conseguir cualquier cosa sin necesidad de utilizar dinero o tarjetas de
crédito. Llevaba dos años en Berlín y no solo se había adaptado al ambiente y a
la cultura sino que ya tenía hasta un curro en una tienda de ropa usada que le
permitía obtener unos ingresos para cubrir todas sus necesidades, aparte
estudiaba alemán para perfeccionar su conocimiento del idioma con vistas a
matricularse en la universidad y terminar los estudios de medicina que había
abandonado cuando se marchó de España. Tenía veintitrés años y era de aspecto
aniñado, podía pasar fácilmente por una adolescente de no más de diecisiete o
dieciocho años, incluso su vestimenta habitual colaboraba a que pareciera más
joven de lo que en realidad era ya que siempre utilizaba pantalones vaqueros
muy estrechos y amplias camisetas que apenas dejaban entrever sus diminutos
pechos. Tenía una larga y cuidada melena rubia que se recogía coquetamente en
una coleta con un pasador de plata que según ella había pertenecido a su
bisabuela. No usaba maquillajes, lápiz de labios ni ningún otro accesorio
femenino salvo un perfilador de ojos que realzaba el intenso color azul de sus
ojos, el otro único complemento que se permitía usar de forma sensual y coqueta
era una boina francesa que se colocaba al estilo del Che. Me decidí a empezar a
fotografiarla a ella porqué desde el primer instante en el que la vi me quedé
fascinado por su apariencia andrógina y sobre todo por las innumerables pecas
que salpicaban su aniñado rostro. A veces cuando la estaba enfocando por el
visor de la cámara me recordaba más a un joven afeminado y bello más que a una
mujer, tal era su apariencia tan ambigua, quizás en esto radicaba parte de la
innegable atracción que me producía su presencia. Cuando la desnude por primera
vez pude observar que no solo tenía un sensual y bonito cuerpo sino que además
tenía una piel tan suave y delicada como la de un bebe, acariciarla era
semejante al tacto que produce el terciopelo, de hecho me comento que era tal
la carencia de vello que tenía que no necesitaba hacerse para nada la cera. Sus
pechos apenas el dibujo de un esbozo y su
coñito rasurado producían la extraña sensación de estar más con un efebo
sin picha que con una tía, sin lugar a dudas provocaba morbo follar con ella.
Con todo lo mejor de su cuerpo era su redondeado y bien formado culito, uno de
esos que cuando se embute en unos ajustados jeans no puedes resistirte a mirar
hipnóticamente. Disfrutar de aquella criatura provoco tal excitación en mí que
nos pasamos prácticamente toda la noche follando, lo hicimos utilizando todo
tipo de posturas y realizamos cualquier guarrada que se nos ocurrió a lo largo
de la noche, aunque quizás lo que más veces llevamos a cabo fue follarla por el
culo mientras ella meaba. La cosa surgió cuando me explico en uno de los ratos
que usábamos para comer algo, fumar o simplemente meternos unas rayas, que un
día follando con un tío que se la tenía metida por el culo le entro ganas de
mear y que como el pavo tardaba en correrse para no cortarle el rollo decidió
mearse encima. La primera vez le costó mucho conseguirlo pues al intentar mear
se le relajaban también los músculos del culo y le producía una sensación como
que iba a cagarse, el caso es que al final lo consiguió y noto que disfrutaba
de la hostia al notar que coincidía con la corrida del tío. Días después volvió
a repetirlo añadiendo al asunto el
tocarse el clítoris según se estaba meando, la cosa funciono de tal
forma desde entonces, que según me dijo
se había aficionado de tal manera que siempre que podía pedírselo a un tío lo
hacía. Era tal el enganche que tenía que incluso se bebía varias birras antes
de follar para que la meada fuera larga y le diera tiempo a que el tío se
corriera antes de que ella terminara de mear. Aparte de esta guarrada la ponía
también a mil por hora que me hiciera una paja y le echara el semen por la cara
para extendérselo por el rostro, también me pidió después de esto que me meara
sobre su cara para beberse parte de mis meados, la verdad es que la tía estaba
dispuesta a experimentar la jodienda a tope. Me dijo que el sexo para ella era
simplemente eso, puro sexo sin más compromisos no hostias. Al día siguiente
Marta se levantó sobre las doce y media para marcharse a una clase que tenía de
alemán, yo me quede sobando porqué estaba más agotado que una naranja pasada
por el exprimidor.
Por la tarde a eso de las cuatro me levante
para seguir tomando algunas fotos, antes de empezar Nerea me calentó unas
judías con chorizo que habían sobrado de la comida para que repusiera mis
maltrechas fuerzas. De postre me endiño un par de rayas de la farlopa
colombiana que tenía para que me pusiera rápidamente en forma, y doy fe de que
lo consiguió pues en pocos minutos estaba cámara en mano haciendo fotos a
cualquier miembro de la peña que se cruzaba por mi camino. Pase el resto de la
tarde haciendo fotos mientras Nerea entrevistaba a algunos de los chicos, sobre
las nueve decidió cortar hasta el día siguiente y nos pusimos a cenar algunas
cosillas mientras nos bebíamos varias birras, después la peña empezó a preparar
canutos, rayas y a pasar de mano en mano una botella con licor de chocolate que
estaba de puta madre, lo malo fue que poco a poco nos fuimos pillando un
colocon de considerable proporción. Además en mi caso debió de ejercer el licor
de chocolate algún efecto afrodisíaco porqué empecé a notar que tenía la polla
más dura que un garrote así que empecé a meterle mano disimuladamente a Nerea
hasta que conseguí que esta empezara a tener mojadas las braguitas y ya sin
podernos controlar la tumbe allí mismo para echar un polvete delante de todos
los colegas que más o menos se unieron a la fiesta convirtiéndose aquella
habitación en una jodienda total. En poco tiempo estaba masturbando a un tío
mientras me dedicaba por otro lado a comerle el coño a otra, mientras Nerea me
la chupaba a mí. Después de corrernos y estar un rato fumando unos canutos
volvimos al asunto de la jodienda, yo empecé a trajinarme a una tía comiéndole
el coño mientras le introducía un dedo untado en vaselina por el culo para ir
preparándoselo para que acogiera sin dolor a mi polla. Nerea se puso a chuparle
la picha a un tío mientras otros dos la follaban uno por el culo y otro por el
coño, el resto de peña se lo montaba más o menos de la misma forma terminando
aquello en una orgía desenfrenada en la que prácticamente era imposible saber
si estabas metiéndosela por el ojete a un tío o a una tía, la verdad es que
daba igual pues en un momento dado todos los ojetes son más o menos iguales. La
fiesta termino en un confuso montón de cuerpos exhaustos durmiendo unos encima
de otros. En una de las ocasiones que me desperté para echar una meada estaba
tan cansado que no pude ni levantarme, el caso es que termine orinándome encima,
no creo que a nadie le importara porqué más de uno o una había hecho ya lo
mismo, aquello apestaba a meados, mierda, semen y a humanidad falta de un buen
aseo.
Doce o trece horas después de aquel
desenfreno nos fuimos paulatinamente despertando, cuando logre ponerme en pie
fui directamente a la ducha para despejarme del todo. Ya despejado me vestí y
me marche a tomar algo a una tienda que además hacía las veces de café regentada
por turcos, pedí una ensalada de patatas, una pita de cordero y una lata grande
de birra. Cuando termine con un café doble pague y me largué a dar un paseo por
un parque cercano, allí tumbada en el césped leyendo un libro de Bukowski me encontré
a Marta. Me tumbe a su lado y trate de no interrumpir su lectura, sin embargo
fue ella la que al poco tiempo cerro el libro y se puso a preguntarme cosas
sobre mí, ¿qué hacía en Berlín?, ¿a qué me dedicaba realmente?, ¿estaba
casado?, y un sin fin más de preguntas que trate en la medida de lo posible de
contestarle. Cuando considero satisfecha su curiosidad fui yo el que cogí el
turno de preguntas para saber algo más de su vida. Así fue como me contó porqué
había decidido acompañar a su ex novio a Berlín huyendo de la pasma, según su
versión no fue una chaladura de niña inmadura sino que fue debido a que estaba
hasta los ovarios de ver como la pasma trataba injustamente a los jóvenes del País
Vasco. ---Tome conciencia del asunto un día que fui a Pamplona a reunirme con
Unai –su ex novio—y fui testigo presencial de cómo actuaba la policía en el País
Vasco, ¿sabes lo que vi?, pues te lo voy a contar por si algún día te vale para
que lo cuentes periodista. La cosa fue que estábamos reunidos los colegas en un
bar del casco antiguo cuando de pronto entro un mogollón de antidisturbios en
el local pidiendo a todo el mundo la documentación. Según el oficial que los
mandaba buscaban a varios jóvenes afines a Herri Batasuna que habían montado el
pollo unas horas antes por las cercanías de allí, el caso es que según iban
devolviéndote la documentación te hacían desfilar hacia la puerta para que
salieras a la calle donde te esperaba un pasillo formado por antidisturbios que
iban dándote hostias con las porras y patadas hasta que lograbas llegar al
final del último pasma. Si en algún momento se te ocurría protestar no solo te
endiñaban más hostias sino que además te detenían por resistencia a la
autoridad o por insultarlos, el caso es, que de una forma u otra te inflaban a
leches. Esta es la forma en la que actúa la policía española con los jóvenes en
el País Vasco sabes tío, así que no es
extraño que cada vez que la ETA se carga a un madero brindemos por un hijo de
puta menos, y que conste que yo personalmente estoy en contra de toda la
violencia que hay allí, pero al margen de esto no tolero que nos puteen unos
cabrones como son los antidisturbios y demás polis que actúan en el País Vasco
---me dijo.
Debo admitir que el relato de Marta no me era
nada extraño ni desconocido pues en cierto modo yo he vivido en carne propia la
brutalidad de la policía en varias ocasiones. Debido a mi profesión como
reportero gráfico he sido agredido en manifestaciones donde los antidisturbios
cargan indiscriminadamente sin mirar a quien golpean, son como bestias
enfurecidas que no tienen el más mínimo control y golpean a diestro y siniestro
sin mirar a quien le dan, de hecho he sido testigo en más de una ocasión de
cómo incluso se llegan a cascar entre ellos. El caso es que al igual que Marta
estoy absolutamente en contra de la violencia, nada justifica el que alguien le
quite la vida a otro semejante pero tampoco es justificable que un gárrulo
metido a policía porque no tiene otra salida laboral o simplemente porqué se
crea alguien con un uniforme, una pistola y una porra tenga patente de corso
para liarse a mamporros con un ciudadano que para más ironía es el que le paga
su sueldo para que le proteja. Claro que tampoco hay que cargar las tintas
contra estos retrasados mentales ya que los más directos responsables de estos
abusos de autoridad son los corruptos y fascistoides políticos a los que
desgraciadamente la masa borreguil que configura la mayoría de la ciudadanía
española elige “democráticamente” con sus votos y mantiene generosamente con
sus impuestos sin exigirles que den cuenta de su gestión como debe ser y como
por otro lado establece la propia constitución en cualquier país civilizado. Quizás
el problema es más complejo de lo que imaginamos, y la realidad está en que gran parte de eso que denominamos seres humanos o personas son en realidad
simplemente bichos sin terminar a los que coloquialmente podríamos definir como
que les falta un hervor, en cualquier caso nos va de puta pena con los que votamos
y elegimos para que nos gobiernen, vaya mierda de país y de políticos, que les
den por culo a todos.
Los dos días siguientes me dedique a estar
con Marta, a disfrutar de su presencia y a follar con ella el máximo tiempo
posible. En pocas ocasiones te encuentras por la vida a una criatura con la que
te gustaría que el tiempo se paralizara o al menos se ralentizara para estar el
mayor tiempo posible con ella. El primer día que me dedique a estar simplemente
con ella lo dedicamos a visitar la antigua zona del Berlín Oriental, conocer en
la medida de lo posible como había sido la vida de aquella gente antes de que
cayera el muro que los separaba de Occidente. También fuimos a visitar galerías
de arte fotográfico e incluso conseguí que aceptara como regalo una cámara que
compre en una tienda de segunda mano por si algún día decidía interesarse por
la fotografía ---sin saberlo en aquel
momento, fue premonitorio mi regalo porqué años después Marta se ha convertido
en una fotógrafa de modas muy cotizada en el circuito profesional--- .
Realizamos una agradable excursión en barco recorriendo el circuito de Wansee a
la isla de los Pavorreales y Postdam, comimos las deliciosas Leberknödel ---albóndigas de hígado—y por supuesto varias
Bockwürste --salchichas—acompañadas de
una exquisita ensalada al estilo de la zona. Al día siguiente Marta me sorprendió
preparándome para comer un codillo de cerdo al estilo berlinés y que consiste
en comprarlo en cuatro trozos a los que se le chamuscan los pelos sobre fuego
vivo para poner después las cuatro porciones en una cacerola grande cubierta de
agua a la que se le añade dos cebollas cortadas en láminas muy finas, media
guindilla, pimienta en grano, tres hojas de laurel, una cucharada de azúcar y
medio comino, dejándolo después que se cocine a fuego lento hasta que este tierno.
El azúcar le da una curiosa tonalidad rosada, se sirve acompañado de puré de
guisantes, Sauerkraut –choucroute—y
patatas cocidas, acompañado todo ello de las imprescindibles Berliner
WeiBe (conocidas popularmente como la
blanca de Berlín) sin dudas una de las mejores cervezas del mundo, elaboradas
con trigo en lugar de la popular cebada. Después de saborear este exquisito
plato lo más aconsejable es echar un buen polvo que te ayude a tener una buena
digestión. Precisamente a follar y a follar fue a lo que dedicamos Marta y yo
el resto del día, tanto que termine con la polla hecha unos zorros. Tuve como
ya venía siendo habitual a causa de mi desenfrenada vida que acudir a una
farmacia para que me vendieran una pomada que calmara mi maltrecho aparato así
como a las inevitables cándidas que aparecieron por mi glande en forma de
pequeños puntitos rojos, en cualquier caso, era el aviso para que dejara
descansar a mi polla unos cuantos días.
Para bien o según se mire, fueron dos o tres días inolvidables, la joven
riojana era sin dudas un ser especial, alguien que a pesar de su poca edad te
transmitía un mundo interior de una riqueza inmensa. Capaz a la vez de mantener
una interesante conversación sobre política, arte, literatura o feminismo y al
mismo tiempo echar un polvo bestial. Tuve la suerte de poder volver a verla en
varias ocasiones más, una de ellas fue en Londres durante el periodo de tiempo
en el que estuve viviendo allí. Marta coincidió conmigo cuando fue a Londres
para asistir a un seminario de fotografía de moda, estaba igual de hermosa que
en la época en la que la conocí en Berlín, no había perdido ni un ápice de su
juvenil y ambiguo encanto.
Mientras Nerea ponía a punto sus notas y
clasificaba las entrevistas que había hecho a los diferentes miembros de la
casa de okupas yo estuve trabajando en el laboratorio con el material
fotográfico, rebelando y seleccionando las más adecuadas para ilustrar el
trabajo de su artículo. Había realizado unas trescientas cincuenta diapositivas
de las que finalmente separe unas veinte para que Nerea eligiera las que más le
gustaran, al final se publicaron solamente seis ya que el espacio para ilustrar
el artículo se redujo considerablemente por falta de espacio. Si me entretengo
en dar esta pequeña explicación es para que el lector profano en la materia
tenga una idea aproximada de lo que sucede realmente a la hora de elaborar un
trabajo fotográfico que sirva para ilustrar un artículo y valore la cantidad de
material y medios que generalmente se invierten para finalmente ser desechados
con la consiguiente pérdida económica que esto conlleva la mayoría de las veces
para el profesional gráfico ya que es cada vez más inusual que sea la empresa
editora la que sufrague los gastos, de hecho prácticamente la mayoría de los
reporteros gráficos actualmente trabajan como FreeLancer. Dos días después de
terminar este trabajo con Nerea nos fuimos a celebrarlo a un garito en el que
estuvimos tomando birras hasta bien entrada la noche, cuando regresábamos dando
un paseo al piso se nos ocurrió echar un polvete refugiados en el hueco del
portal de un edificio de oficinas que estaba a esas horas chapado. Primero empezó
el asunto Nerea arrodillándose a la altura de mi bragueta y sacándome la picha
para hacerme una mamada. Después de un rato de masajearme el aparato con la
lengua decidimos que era el momento para que le metiera unos buenos viajes a su
húmedo coñito así que se bajó las bragas y levanto una de las piernas
apoyándola sobre una especie de barandilla para que yo pudiera penetrarla bien,
cosa que llevamos rápidamente a efecto por la gran facilidad que nos procuró la
postura. Cuando estábamos bombeando a tope note que alguien me estaba metiendo
mano por el culo y no era precisamente Nerea que tenía sus brazos alrededor de
mi cuello, así que le susurre al oído a esta que mirara qué coño estaba
pasando. Nerea miro detrás de mí y empezó a descojonarse diciéndome que
estuviera tranquilo y que siguiera moviéndome que no pasaba absolutamente nada,
---relájate tío y sigue follandome que quien te está metiendo mano es una tía
de que esta buenísima. Tranquilizado por las palabras de Nerea seguí con el
asunto e incluso deje que la tía en cuestión me desabrochara los vaqueros, me
los bajara hasta las rodillas y me sobara a placer los cojones y el culo –debo
confesar que no le costó gran esfuerzo acceder a mis partes nobles porqué yo
por esta época no solía ponerme muchas veces gayumbos siendo esta vez una de
las ocasiones en la que no los llevaba---. Como en tantas otras ocasiones en
las que iba puesto a tope no conseguía correrme así que espere a que Nerea se
corriera un par de veces para decirle que iba a parar para ver a la tía que me
estaba metiendo mano. Saque la picha de su coñito y me di la vuelta para ver a
mi voluntaria benefactora, llevándome entonces la sorpresa de que la tía era
efectivamente una preciosidad. Aparentaba unos veinte años, llevaba una peluca
larga y rizada de color negro, un ajustado top rojo a juego con una mini de
igual color solo que en este caso de cuero, unas botas de tacón alto de aguja a
juego con el negro de la peluca. Quizás lo que más me llamo la atención fue
cuando mire atentamente su cara, tenía unas facciones demasiado perfectas para
una persona normal, parecía más bien una cara de muñeca. La realidad es que se
trataba de un travestí modelado a base de cirugía plástica en muchas horas de
quirófano, en cualquier caso, era una autentica preciosidad, así que ni Nerea
ni yo le hicimos asco al asunto y terminamos follando con él /ella ya que en
realidad lo único que le faltaba por operarse era el sexo. Cuando le metí mano
por debajo de la mini descubrí que tampoco llevaba bragas por lo que
rápidamente le pude agarrar su pequeña picha que ya estaba empalmada y bien
lubrificada en vista de lo cual le empecé a trajinar el ojete metiéndole saliva
con el dedo para que no le doliera la penetración, mientras Nerea se sentó en
un escalón para masturbarse y observar
como introducía yo mi polla por el ojete de la inesperada colaboradora. Mientras
yo bombeaba dentro de su culo él /ella se hacía una paja mirando también como
se lo montaba Nerea con su mano. Más o menos debimos corrernos los tres al
unísono a juzgar por los gemidos y por los movimientos de nuestros cuerpos.
Cuando acabo el asunto nos sentamos los tres en el escalón y aparte de meternos
un par de rayas cada uno nos pusimos a fumarnos un canuto que lio Nerea
mientras --Sandra, así se llamaba el
singular personaje—nos contaba que ella jamás se había comportado de aquella
forma, de hecho iba para su casa después de haber actuado en el espectáculo
musical en el que trabajaba todas las noches, pero que al vernos se excito
tanto que no pudo contenerse. Verdad o mentira el caso es que Sandra era no
solo una belleza sino además una tía de lo más locuaz, en pocos minutos
prácticamente nos había contado toda su vida, por cierto había nacido en la
mismísima Cádiz. Cuando terminamos el peta nos intercambiamos los teléfonos y
quedamos en que nos llamaríamos para repetir el asunto en un lugar más cómodo.
Cuando llegamos al piso encontré que tenía una nueva carta de Alma.
Hola Julay:
¿Qué tal te va? espero y supongo que habrás
dado buena cuenta de las pelas que te envié
para que te divirtieras a tope. A pesar de… la vida siempre sigue, nunca
se para por nada ni por nadie. Bueno ya está bien de sermonearte así que voy a ir directamente a lo que
interesa, y esto es informarte de que ya tengo elegido los exteriores para las
sesiones. He trazado una ruta que más o menos sigue el itinerario fotográfico
de Brassaï, seleccionando viejos mercados de frutas, cafés antiguos (similares
a los que frecuentaba tu adorado Miller) y calles de puterio como la zona de
Pigalle. Sinceramente y aunque haya sido yo la que ha realizado la localización
de los exteriores creo que he seleccionado el marco adecuado para nuestro
trabajo ¿qué opinas tú?, bueno cuando nos veamos ya me lo dirás personalmente.
También está hecho el casting de modelos, ya tenemos seleccionadas a todas las
que necesitamos (por cierto una de las elegidas es tu vieja amiguita Marianne,
lo que ocurra depende única y exclusivamente de ti). Joder tío voy a tener que
masturbarme solo de pensar lo buena que esta la jodida niñata, veras como al
final termino haciéndome bollera. ¿Qué más puedo contarte?, pues la verdad es
que poco más ya que han sucedido pocas cosas por estas tierras, bueno para no
mentirte sí que ha sucedido alguna y esta es, que me he enrollado con tu amigo
el que toca la guitarra con “la parejita”. De momento la cosa marcha bien entre
ambos, supongo que en parte porqué compartimos “aficiones” comunes como tu bien
sabes. Por cierto Beto ya ha conseguido el divorcio de Malen y esta se ha
pirado a vivir con el Oso. Beto te envía besos y me ha dicho que no te olvides
de traerle de regalo una jarra de cerveza de esas que tienen tapa Ok. Charlie
también se ha separado de Ana, según me ha contado esta le pillo en su casa y metido
en su cama follando con una pibita, cuando ella regresaba de estar currando.
Total nada, el tío le echa un morro a la vida que te cagas ¿no crees? Bien
colega ya está bien de cotilleos ya te enteraras de más cuando vuelvas.
Volviendo a lo que interesa te diré que he
comprado dos nuevas cámaras, una es una Zenza Bronica y una Hasselblad para que así
contemos con un par cada uno de nosotros y podamos trabajar si es necesario en
lugares diferentes, sin tener por ello que depender uno del otro. ¿Qué te
parece?, como puedes ver no toda la pasta me la gasto en “malos vicios”.
Ayer me llamo la puta de mi madre para
felicitarme por mi cumple. La muy zorra solo se acuerda de mí en estas
ocasiones el resto del año es como si yo no existiera, así que le dije que se
podía haber ahorrado la llamada, para colmo empezó otra vez con el puto rollo
de las drogas, al final termine mandándola como siempre a tomar por culo y la
colgué el teléfono.
¿Qué tal te lo montas con las berlinesas? ¿Te
has follado ya a muchas?, tienes que ponerme al día y contarme si es verdad eso
que cuentan de que las alemanas no se depilan ni un pelo del cuerpo. Si esto es
cierto, parecerán osas ¿no? Bueno a lo mejor hasta tiene su morbo el asunto.
Nada más tío, espero verte pronto para que me folles y me des un poco de mimo
que buena falta me hace. Un mogollón de besos, cuídate.
Por siempre Alma
P.D. Olvidaba comentarte algo bastante
importante ---al menos para mí futuro---. Me han contestado sobre el tema de la
televisión y según parece sería para residir en Sydney con un contrato de al
menos cinco años. Tengo que dar la respuesta antes de un mes como máximo, así
que no hago nada más que darle vueltas al asunto y creo que al final voy a
aceptar ya que no solo me vendría bien para alejarme de mis pesadillas sino que
incluso a lo mejor hasta sirve para que deje de una puñetera vez el alcohol y
las drogas. Incluso a lo mejor hasta encuentro a un tipo allí del que me
enamoro y fundo una familia ¿qué opinas tú, crees que es una buena solución o
tal vez estoy engañándome como tantas otras veces he hecho? En fin cuando
estemos juntos en París ya me dirás qué opinas tú. Joder tío, la verdad es que
te echo de menos mogollón, un beso.
Después de recibir esta carta los
acontecimientos se precipitaron y recibí una llamada de Alma comunicándome que
se había adelantado la fecha de inicio para que realizáramos el trabajo de
París, así que no tenía más remedio que adelantar mi partida y estar allí en
dos o tres días como muy tarde. Antes de marcharme de Berlín decidí despedirme
de Marta, la llame y quedamos por la tarde en vernos para cenar juntos. Dimos
un paseo por Alexanderplatz y sus alrededores, le regale en una tienda un
conjunto de Calvin Klein y nos fuimos
finalmente a cenar a un restaurante griego. Después de la cena decidimos que
pasaríamos la noche en el piso de Nerea, fue un error pues aunque pasamos parte
de la noche follando no funciono como en otras ocasiones, algo había pasado
entre nosotros y no acabábamos de entregarnos simplemente a follar. Al amanecer
decidimos los dos que lo mejor era despedirnos cuanto antes y tratar de
olvidarnos de sentimentalismo antes de que nos pillara más el bajón que teníamos.
Nos duchamos y tomamos un desayuno más bien frugal durante el que apenas
cambiamos un par de palabras, llamé a un taxi para que la recogiera y la
acompañe dejándola finalmente sentada en el coche. A los dos nos costó un mogollón
despedirnos, en varias ocasiones trate de retenerla para que no se subiera al
vehículo y en otras fue ella la que se bajó antes de que este pudiera arrancar,
el caso es que tuvo que ser el taxista el que al final cortara el tema diciendo
que o se decidía de una puta vez o él se las piraba. Marta subió
definitivamente al taxi y este partió con ella despidiéndose agitando la mano
tras el cristal trasero mientras yo observaba como le resbalaban las lágrimas
por su bonito rostro. Cuando el taxi se perdió en la lejanía yo opte por contener
mis lágrimas y darme un paseo por las solitarias calles antes de volver al
piso. Dos horas después estaba completamente borracho y decidido a no dejar de
estarlo hasta que me subiera en el vuelo que tenía que llevarme a París. Una
vez más mi inmadurez y mi propio egoísmo había triunfado sobre mis sentimientos
sin considerar para nada los de la otra persona. Nuevamente afloraba mi viejo
temor a comprometerme con alguien, solo
interpretaba como posibilidad vivir el aquí y ahora, esa era mi meta o proyecto
de vida, cualquier otra interpretación simplemente era para mí un compromiso
inaceptable e inviable. El amor no es nada más que una patraña burguesa, una
gilipollez de adolescente, una sensibilidad mal entendida… me dije a mi mismo
mientras apuraba el último trago de la botella de Jim Bean que había empezado
un rato antes.
Aquella última tarde en Berlín no solo la
pase borracho y drogado sino que también involucre de alguna forma en mi mal
rollo a Nerea, trate de follar con ella para olvidarme de Marta pero no sólo no
lo conseguí sino que en más de una ocasión mientras follabamos la llame con el
nombre de esta. Por suerte Nerea comprendió perfectamente mi situación y supo
encauzar en la medida de lo posible el mal rollo al que yo la estaba sometiendo
con mi infantil comportamiento. Cuando paso algún tiempo comprendí el gran
esfuerzo que debió hacer Nerea aquel día para no mandarme a tomar por culo,
ella sí que supo entregarse a los sentimientos haciendo prevalecer la amistad
por encima de cualquier otro interés e incluso por encima del simple placer
físico que yo le negué aquella tarde. ¡Gracias Nerea!, estés donde estés tienes
mi amistad por siempre. Aquel día me distes una lección de cómo los
sentimientos deben prevalecer por encima del egoísmo de uno mismo, también me enseñaste
a crecer un poquito más.
A primera hora de la mañana, con un frio de
cojones y con una resaca de la hostia me senté en el asiento del avión que
tenía que llevarme a París para encontrarme con Alma. Atrás quedaban los
recuerdos que me habían llevado a huir a Berlín, así como las vivencias de los
días que había pasado en esta singular y bella ciudad. Escondido en lo más
profundo de mi inconsciente quedaban los buenos y los malos ratos que había
pasado con Ana, ahora era el momento idóneo para aclarar de una puñetera vez
que significaba en mi vida Alma. Abrí los ojos y conseguí con un gesto de la
mano que acudiera a mi llamada una de las azafatas. Le pedí por favor que me
trajera seis botellines de bourbon y tres lata de cerveza, necesitaba seguir
anestesiando a mi mente. Después de dar cuenta al pedido debí quedarme sopa ya
que cuando me desperté estaba aterrizando en el aeropuerto de Orly. Cuando salí
al exterior París presentaba un aspecto gris y lluvioso, una fina lluvia caía
intermitentemente calándote hasta los huesos. Cogí un taxi y le di mi dirección
del hotel en la rue Caumartin donde Alma me había reservado una habitación.
Cuando finalmente me encontré instalado en la habitación me desnude y me
ensobre en la cama de donde solo salí un par de veces a mear a lo largo de
cerca de más de veinticuatro horas de resaca. Después de esta beneficiosa cura
de sueño me desperté con un apetito feroz, así que me duche, me afeite y decidí
largarme a ofrecerme un buen homenaje con una suculenta y apetitosa cena en uno
de los muchos restaurantes que hay por el Boulevard Haussmam. Volví a la
habitación del hotel sobre las once de la noche después de haber saciado mi
apetito con una excelente cena en la que empecé con una tabla de quesos, para
dar cuenta después de un solomillo a la pimienta acompañado de
unas cuantas birras, de postre pedí una ración doble de tarta de moka
con un café negro igualmente doble, después me tome un par de Bourbons antes de
pedir la cuenta y pirarme. Antes de regresar al hotel me di una vuelta por la
Place de Clichy para pillar algo de coca por los alrededores de la discoteca La
Locomotive, después regrese dando un paseo hasta el hotel. Prepare un par de
rayas, me bebí tres botellines de güisqui del mini bar y me hice una paja antes
de volver a acostarme y quedarme sopa. Sobre las cinco de la madrugada me despertó
el sonido del teléfono, cuando descolgué estaba al otro lado de la línea Alma
diciéndome que acababa de llegar de Orleáns que estaba abajo en recepción y que
iba a subir rápidamente a mi habitación, así que ya podía ir preparando alguna
copa del mini bar. Incluso antes de darme tiempo a que colgara ya estaba
llamando a mi puerta, abrí y entro como una tromba directamente hacía el baño,
se desnudó completamente y en pocos segundos estaba dándose una ducha mientras
me gritaba continuamente que donde coño estaba la copa. Cuando salió de la
ducha se metió rápidamente las dos rayas que yo había preparado sobre la
mesilla y a continuación se sentó en la cama para beberse el güisqui mientras
me comentaba que había estado de visita turística por Orleáns. Nos preparamos
otro par de rayas y pedimos al servicio de habitaciones que nos trajeran una
botella de Bourbon y dos desayunos completos, mientras llegaban Alma se entretuvo
en hacerme una mamada. Cuando llegaron los sabrosos cruasanes, los cereales y
el café desayunamos con un apetito como si hiciera meses que no hubiéramos
probado bocado --la coca produce algunas
veces estos efectos--, después le devolví el “favor” a Alma comiéndole el
coñito hasta que se corrió un par de veces por lo menos. Bebimos unos cuantos
tragos y Alma saco del bolso una cajita con vaselina para que me untara la
polla y pudiera metérsela por el culo echamos un polvete genial mirándonos a
través del espejo del baño. Nos puso a tope el asunto, a mi ver por el espejo
como se lo montaba Alma masturbándose el clítoris y a ella ver cómo le entraba
y salía la picha por el ojete. Para contrarrestar el bajón de la coca, Alma
preparo un canuto y nos fuimos a fumárnoslo al balcón y a observar como
empezaba la peña a transitar por las calles para acudir al curro, un rato
después ambos nos quedamos dormidos hasta la seis o las siete de la tarde que
nos despertó el sonido del teléfono, era el productor de la agencia para
confirmarle a Alma que dentro de dos días empezábamos el trabajo. Nos duchamos
y decidimos irnos a cenar y a tomar unas copas por el Barrio Latino. Cenamos en
un restaurante griego de la rue Mouffetard, después tomamos unas copas en un
café del Barrio Latino que ofrecía una buenísima actuación de un cuarteto de
jazz. Antes de regresar nuevamente al hotel pillamos un par de gramos en una de
las callejuelas cercanas a la rue de la Huchette en la casa de un colega de una
de las modelos que había sido seleccionada en el casting. Ya en el hotel nos metimos
casi un gramo en menos de una hora lo que hizo que nos pusiéramos como una
moto, sobre todo porqué a Alma se le ocurrió que nos untáramos un poco de coca
en la mano para hacernos una paja mutuamente. Fue una pasada porqué a Alma se
le puso el clítoris hinchado y no podía dejar de frotárselo, tuve incluso que
echarle un poco de soda para que se calmara y dejara de frotárselo ya que
incluso empezó a sangrarle. A mí me paso algo parecido, de tanto frotarme la
picha termine con el prepucio sangrando a pesar de lo cual estábamos tan
salidos que nos pusimos a follar. Estuvimos un mogollón de tiempo follando,
cambiando de posturas e intentando corrernos pero no hubo forma, así que como
la cosa no terminaba de relajarnos decidimos bebernos una botella de Bourbon a
tragos para ver si con el alcohol se nos pasaba un poco la excitación.
Finalmente entre el alcohol y varios canutos que nos fumamos nos venció el
cansancio y el agotamiento provocándonos que nos quedáramos sopas encima de la
cama. Estuvimos sobando hasta cerca de las dos de la tarde del día siguiente,
cuando nos despertamos nos quitamos el mal rollo echando un polvete en el que
finalmente conseguimos corrernos, eso sí con los genitales hecho unos zorros en
carne viva y para colmo ambos habíamos pillado nuevamente unas cándidas de la
hostia.
Comimos en la habitación y posteriormente nos
duchamos para acudir a un médico que nos echara una ojeada y que pudiera
recetarnos algo que nos calmara un poco la polla y el coño. El especialista en
enfermedades de transmisión sexual nos receto unos antibióticos y unas pomadas
a ambos, a Alma le incluyo también en el tratamiento unos óvulos que debía
introducirse con un artilugio especialmente diseñado para tal fin por el
agujero de la vagina. También nos aconsejó que no practicáramos el sexo al
menos durante una semana, así que no tuvimos más remedio que olvidarnos de la
jodienda y para sublimar el asunto centrarnos en el trabajo. Durante los
próximos días fuimos realizando las fotografías en los exteriores que Alma
había previamente seleccionado, tanto la climatología como las demás cosas que
conlleva un trabajo de estas características se conjugaron y todo salió de puta
madre. La situación en la que se encontraba mi picha facilito de alguna manera
el que no volviera a tener ningún rollo más allá del de la simple amistad con Marianne
posibilitando así el que no volviera a meterme en nuevos líos al menos en el
tiempo que estuve en París. Cuando finalizo todo el trabajo, yo regrese a
Madrid y Alma decidió darse unos días de vacaciones en Nueva York e intentar de
paso solucionar algunos de los problemas que tenía con peña de allí. A los
pocos días de estar en Madrid me ofreció Pablo irme con él de corresponsal a las Baleares para
cubrir las vacaciones de los reyes en
Palma de Mallorca así como los eventos que se organizan en torno a la visita
real y la ya tradicional Copa del Rey o la no menos famosa Regata que organiza
la firma relojera Breitling, pero en cualquier caso esto pertenece ya a otra
etapa de mi vida que no entra de momento en estas peculiares anti memorias.
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